Ya hace algunos años que he empezado a cultivar una lenta y cada vez más incondicional admiración por Bob Dylan. El cantante norteamericano que comenzó en el Folk de protesta social y se volcó (casi como un traidor para los jóvenes universitarios demócratas de los 60) hacia el Rock & Roll es un tipo escurridizo en todos los sentidos. No sólo su carrera musical y política, sino su misma vida religiosa es camaleónica a morir. Nacido judío (como Robert Zimmerman), se pegó un salto del escepticismo que traen consigo el abuso del acohol y las drogas al mismísimo fundamentalismo-pentecostal-premilenista a fines de los 70 e inicio de los 80, sólo para después desaparecer de la escena religiosa y no hablar más del tema, hasta hace un poco tiempo atrás, cuando reconoció en una entrevista que sigue creyendo en lo que dice la Biblia, que usa himnos protestantes como base para componer sus músicas y que no sólo cree que el fin se acerca como un lento tren ("Slow Train Coming": nombre de su primer álbum gospel del '79) sino que ahora avanza cada vez más rápido.
En fin, datos freak aparte, quisiera mostrarles un pequeño pedazo de una entrevista que Dylan concedió a una revista en los '60. Muchos acusan a Dylan de ser incoherente en las entrevistas en aquella época. Yo no lo creo. Me parece que mentes privilegiadas, como la de Dylan, se pueden dar el lujo de entretenerse en sus respuestas cuando les hacen preguntas estúpidas como la que está más abajo. Esta es la primera lección que rescato de este trozo de entrevista.
Lo segundo, es que realmente me encanta cómo en su ironía Dylan muestra que no siempre los que logran el éxito son personas extraordinarias que escogen serlo a costa de mucha disciplina y esfuerzo (como reza el american dream), sino que simplemente pueden ser gente común, o simples idiotas, a quienes se les presenta una oportunidad única y la aprovechan... ¿un ejemplo actual de esto? Homero Simpson... ¡Ok, es un monito animado! Pero ¿y qué me dicen de George W. Bush? Es más estúpido que Homero y más poderoso... y, aunque no lo crean, ¡no es un monito animado!
Bueno... sin más divagaciones personales, aquí va algo de la sabiduría rockera del Venerable Gran Maestro Bob Dylan:
Entrevistador: ¿Qué te hizo decidir ser una estrella de rock?
Bob Dylan: El descuido. Perdí mi único amor verdadero. Empecé a beber. Lo primero que recuerdo después es que estoy jugando a las cartas, después estoy jugando a los dados. Despierto y estoy en una sala de pool. Entonces esta enorme mujer mexicana me saca de la mesa de pool y me lleva a Filadelfia. Me deja solo en su casa y esta se incendia. Me voy a Phoenix. Consigo trabajo haciéndome pasar por un chino. Me pongo a trabajar en un “todo a mil” y me voy a vivir con una chica de 13 años. Entonces, esta enorme mujer mexicana de Filadelfia viene e incendia la casa. Me voy a Dallas. Me consigo un trabajo como un “antes” en una propaganda de “antes y después” de Charles Atlas. Me mudo con un chico que trabaja en un camión de reparto que puede cocinar fantásticos chiles y hot-dogs. Entonces esta chica de 13 años de Phoenix viene e incendia la casa. El chico del camión de reparto, que no era tan simple, le pasa el cuchillo a ella y lo próximo que recuerdo es que estoy en Omaha. Es muy frío allá. Para este tiempo ya estoy robando mis propias bicicletas y friendo mi propio pescado. Me da una racha de suerte y consigo trabajo como carburador en las carreras de autos todo jueves en la noche. Me mudo con una profesora de secundaria quien también hace un poco de gasfitería por otro lado y quien inventó un tipo especial de refrigerador que puede tornar el papel de diario en lechuga. Todo está yendo muy bien hasta que aquel chico del camión de reparto aparece y trata de acuchillarme. A estas alturas no necesito decirlo: él incendió la casa y yo puse mis pies en la carretera. El primer tipo que me dio un aventón me preguntó si yo quería ser una estrella. ¿Qué podía decirle?
¡Sos grande Dylan!
Those about to rock, we salute you!