Tuesday, December 12, 2006

ADIÓS GENERAL...


Se ha ido el General Augusto José Ramón. ¿Qué se puede decir en una hora como esta? Podríamos hablar acerca del simbolismo de que haya muerto el día internacional de los derechos humanos o acerca del hecho de que se haya muerto sin haber sido juzgado. No quiero ahondar en estos temas. Creo mucho más pertinente y ad-hoc al propósito de este blog exponer algunos principios que, a partir de una visión reformada, se pueden aplicar de distintas maneras en las opiniones de los chilenos.

1. El Perdón: “Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.” (Mt 5. 43-48) Creo totalmente inadecuado y ajeno al espíritu cristiano guardar rencores o tener manifestaciones de odio hacia el General Pinochet. Sobre todo aquellos creyentes que tienen razones para considerarle un criminal (y me cuento entre ellos), debemos recordar que los criminales DEBEN ser objeto del perdón de los creyentes, incluso cuando estos últimos son la víctimas directas de sus abusos. La fórmula bíblica es sencilla: no hay espacio para el odio, el rencor ni la venganza. Hace un par de años encontraron muerto a cuchilladas, lanzado en un estero, al hijo de una fiel hermana viuda de mi iglesia. ¿Su primera reacción? Con lágrimas de dolor ella exclamó: “¿Dónde estarán las personas que hicieron esto para hablarles del Señor? Esas personas deben necesitar mucho de Cristo, necesito hablarles del Evangelio. ¡Cuánta miseria debe haber en sus corazones para haber realizado un acto tan cruel! Sólo Cristo puede librarles de esa miseria y mi deber es hablarles de Él”. Como bien dice Schaeffer en “Verdadera Espiritualidad”, hay diversas formas de venganza y odio y una de ellas es alegrarme con la desgracia ajena. Salir a celebrar la muerte del General es un acto reprochable por donde se le mire, si mi presuposición básica es que la Biblia es la Palabra de Dios.

2. La Justificación por la Fe: ¿No somos nosotros también criminales que aún mereciendo la muerte, Dios envió a su Hijo para darnos perdón? ¿Pero cómo ocurrió el perdón de Dios? En el carácter perfecto, soberano, omnipotente y único de Dios, el amor y la justicia se besaron a través de la Justificación por la Fe. Dios realizó el acto de justicia necesario, castigando los pecados. “Perdón”, desde el punto de vista de Dios, implica Justicia y Amor unidos. La salvación es gratuita para nosotros, pero a Dios le costó muy cara. Dios no pasó por alto simplemente los pecados, haciendo como que nunca ocurrieron, sino que los tomó y los castigó en su justicia, pero los castigó en Cristo no en nosotros. Guardando las debidas proporciones, nosotros también debemos entender que, aunque no tengamos la soberanía y omnipotencia de Dios para conjugar de manera tan perfecta la justicia y el amor, sin embargo aún así es nuestro deber buscar tanto el amor como la justicia: debemos perdonar “como Dios nos perdonó a nosotros en Cristo” (Ef 4.32). No hay que confundir las cosas. Un criminal puede entrar a mi casa, robarme todo y golpearme a mí y a mi familia. Como creyente mi deber es perdonarle, pero eso no significa que no vaya a los tribunales a demandar justicia, no motivado por el odio, sino por mi celo por la gloria de Dios. Quiero una sociedad justa, que castigue a los delincuentes de todas las especies, precisamente porque una sociedad justa contribuye a la mayor gloria de Dios en el mundo. Pero también debo anhelar que los delincuentes conozcan a Cristo y puedan tener el perdón de Dios y tener nueva vida… jamás debo anhelar el infierno para nadie, precisamente porque no lo quiero para mí, aunque me lo merezco. Ambas cosas, perdón y justicia, no se contradicen en nada.

3. La Tiranía es Pecado y es Contraria al Espíritu Reformado: No importa qué tipo de tiranía sea. De derecha o de izquierda son igualmente condenables. Y aquí quiero aclarar una cosa, nuevamente: ¡Dejemos de una buena vez la ingenua y estúpida visión que oponerse al General Pinochet es ser de izquierda! Aborrezco el marxismo en todas sus formas, espesas (leninismo, maoísmo, etc.) y “aguachentadas” (concertacionismo, tercera vía, etc.), pero aborrezco también las tiranías de cualquier color político y así como me vino una mezcla de sentimientos encontrados con la muerte de Pinochet, porque se hizo la voluntad soberana de Dios, pero no hubo los juicios correspondientes, sé que tendré la misma mezcla de sentimientos con la muerte del dictador Fidel Castro, quien probablemente también se irá sin ser juzgado ¡y en una impunidad aún mayor! Es tirano un gobierno que, tomándose el poder de manera ilegítima, persigue, tortura y ordena la muerte y el ostracismo de aquellos que se le oponen. Hitler, Stalin, Castro, Mao y Pinochet son ejemplos claros de tiranos. Entre los Hugonotes franceses del siglo XVI, además de la Biblia, los libros más leídos eran la “Institución” de Calvino y “Contra el Tirano”, de autor desconocido. Cuando el apóstol Juan estaba exiliado en la isla de Patmos, su mayor angustia era claramente, como podemos ver en el libro del Apocalipsis, la existencia de la tiranía de Nerón ¿y su mayor esperanza? El regreso de Cristo para terminar con todas la tiranías. “He aquí yo vengo pronto” dice Jesús en el Apocalipsis y la respuesta de Juan fue casi un grito desesperado: “¡Amén! Sí, ven Señor Jesús” (Ap 22.20). Las tiranías son aborrecibles bíblicamente y en la tradición reformada por la sencilla razón de que ellas son la manifestación de la ausencia de autoridad verdadera. Cuando no hay una base teórica absoluta que determine qué es verdad y justicia para el ejercicio de la autoridad, entonces los gobiernos (incluso democráticos) comienzan a volverse tiranos, pues no ven otra forma de mantener el orden y evitar el caos anarquista. Cuando hay temor de Dios en las sociedades y este temor de Dios empapa todas las estructuras sociales y culturales, deja de haber motivo para la tiranía, pues el orden y la paz se hacen patentes porque hay una base teórica que da un parámetro absoluto de verdad y justicia: la Palabra de Dios. “Lex Rex” dijeron los juristas británicos del siglo XVII (gran parte de ellos calvinistas), queriendo decir con esto que la Ley debía estar sobre todos, incluso sobre el gobernante, pero ellos argumentaron que para ser así debería haber un parámetro de bueno y malo absoluto, el cual no podía ser otro sino la Palabra de Dios. Hay una pintura en Suiza que muestra esto: los juristas, jueces y abogados están mirando atenta y ansiosamente a la Justicia, que es una dama con una balanza en una mano y una espada en la otra, pero en esa pintura ella no es ciega, sino que está mirando todo y su espada no apunta hacia arriba, sino hacia un libro que dice la “Ley de Dios”. Abandonemos la Palabra de Dios, como nos invita a hacer el humanismo liberal y el marxismo, y caeremos en algún tipo de tiranía, que puede ser tanto la tiranía pragmática y tecnocrática del liberalismo como la tiranía humanista y sanguinaria del marxismo. Sin el parámetro absoluto del temor de Dios en la Palabra, incluso estados aparentemente democráticos comenzarán a ingerir en asuntos de familia y de conciencia: tomarán a nuestros hijos para educarlos (a tiempo completo en las escuelas) según sus valores de estado, prohibirán las escuelas confesionales, tomarán a nuestras hijas en los consultorios para orientarlas acerca de su vida sexual sin importarse acerca de los valores que los padres podamos tener e incluso nos prohibirán orar y “hablar de religión” en lugares públicos, pero nos exigirán que rindamos honores a estatuas y banderas.

Si hemos tenido tiranías, la razón para mí es sencilla: no hemos proclamado con suficiente fuerza los absolutos de la Palabra de Dios en las estructuras políticas, sociales y culturales. No perdamos tiempo, antes que una nueva ola de tiranías (de izquierda o derecha, no importa) inunde el mundo una vez más, como lo hizo en pleno siglo XX.

Sunday, November 12, 2006

DRÁCULA DE FRANCIS FORD COPPOLA

En el folleto cultural "Puente" del mes de septiembre publicamos el siguiente comentario de cine. Es breve porque el espacio del folleto no me permitía más (menos mal! dirán algunos... entre ellos yo mismo).
La novela inglesa de Bram Stoker ya ha sido revisitada muchas veces. Esta es sólo una más entre tantas versiones existentes del príncipe de los hombres-vampiro.
Sin embargo, Coppola, como es de esperarse, pone su sello distintivo al tratar la historia del Conde Drácula no como un filme de terror, sino como un verdadero drama existencial en torno de la necesidad de redención. Es sabido que Coppola tiene una pasión por el tema de la redención. Este famoso director no soporta la idea de que alguien se vea irremediablemente condenado a una situación de miseria. Y aquí está lo interesante: ¿no es de esperarse que un personaje como el Conde Drácula simplemente sea tan malvado que ni siquiera piense en la posibilidad de redención? O incluso más: ¿No es de esperarse que una criatura inmortal (que puede transformarse en niebla y murciélagos, que puede rejuvenecerse al beber la sangre de mujeres jóvenes y que tiene un ejército de esclavos a su servicio) ni siquiera sienta la necesidad de redención? “¿redención de qué?” podríamos pensar.
Coppola nos presenta una visión en la cual el Conde Drácula, a pesar de todo su poder e inmortalidad, es infeliz y busca redimirse. Para Drácula, ser inmortal es su maldición. Él vive con una sed insaciable de sangre, violencia y lujuria, pero su inmortalidad no le permite presentarse al fin ante Dios y rendir cuentas por sus pecados. Vive en un círculo sin fin de pecado-culpa-pecado. Pero no sólo eso: al ser inmortal, Drácula está completamente solo y sin amor, ya que si él conociera a alguien que le amara, esta persona más tarde o temprano moriría irremediablemente y dejaría a Drácula, el inmortal, sumido en la más amarga soledad. Por otro lado, las personas que él muerde y contagia con su inmortalidad no le aman, sino que están esclavizadas por él, lo cual es radicalmente distinto y el Conde no busca una esclava, sino a alguien que le ame (Drácula sabe que el amor es libre, voluntario y no una compulsión inevitable).
Así vemos a Drácula en esta película: infeliz, miserable, desdichado; incapaz de encontrar un amor que le corresponda, ya que está siempre ante la encrucijada entre amar a alguien que verá morir mientras él sigue en la soledad infinita o esclavizar a la persona amada a la misma condena e infelicidad que él.
Coppola nos hace pensar al menos en un hecho claro: la inmortalidad, tan anhelada por la humanidad en general, no pasa de una maldición si nuestro destino es vivir una vida de miseria espiritual, sin amor y lejos de Dios. Es mejor ser una criatura mortal que ha encontrado a Dios en su camino y que ha aprendido amar y ser amado a tener un ejército de esclavos a su servicio y, aún así, vivir en la más profunda soledad.
Por eso, al final de su versión de Drácula, Coppola no muestra la muerte del Conde como su condena, sino como su salvación. ¡Imperdible perspectiva!

Saturday, September 23, 2006

TEORÍAS DE LA CONSPIRACIÓN

Mel Gibson, Julia Roberts y Michael Moore me despertaron para un hecho interesante: a los gringos les encanta pensar que existe una conspiración (o varias). ¿Qué les motivará tanto a pensar en esto?
"Conspiracy Theory" y "Fahrenheit 9/11" son sólo muestras de esta pseudo-subversión que existe en el cine (y creo que en la cultura también) estadounidense.
Digo pseudo-subversión porque pensar que los ataques del 11 de septiembre (de 2001), los disparos en Columbine, la muerte de Kennedy y tantos otros sucesos ocurren debido a una planificación maligna de ciertos poderes económicos o políticos que se encuentran precisamente dentro de los Estados Unidos les alivia del hecho de pensar que sus enemigos son más atutos que ellos y que, incluso, la CIA, el FBI, el congreso y la Casa Blanca tienen ciertos momentos en los cuales toman, sencillamente, decisiones ineptas y actúan de manera inepta y que hay momentos en los cuales sus enemigos dan muestras de superioridad o las autoridades estadounidenses subestiman el poder de la naturaleza.
Seamos claros: no le conviene a una superpotencia mundial pensar que existe ineptitud en la evacuación de New Orleans. Esto es más de lo que un estadounidense podría soportar. En momentos como esos la mentalidad norteamericana debe producir un Michael Moore que, a su vez, produzca un film y manipule algunas imágenes, editándolas con la música correcta en el momento correcto y que deje tranquilos a los pobres gringos con el mensaje: "no se preocupen, seguimos siendo superiores, no cometemos errores, simplemente hay malvados dueños de transnacionales y políticos (todos norteamericanos) que conspiran constantemente y permiten que desastres sucedan con un propósito maligno oculto... ningún poder humano o fuerza de la naturaleza es superior a nosotros". Por extraño que nos parezca, esto los deja tranquilos.
Debemos entenderlos también: no es fácil ser norteamericano. Una enorme responsabilidad pesa sobre sus hombros (como pesaba en Atlas... o en las tortugas de la antigüedad). Si ellos son tan ineptos (o más) que los latinoamericanos o los medio-orientales, entonces ¿quién podrá defendernos?... El "Capitán América" se torna el "Capitán Tostadas en Polvo".
Haciendo un link, en muchos medios evangélicos es, también, tranquilizador pensar en teorías de conspiración. Pensar que hay malvadas personas sin corazón, que son más malas que nosotros (nosotros somos los más buenos, obviamente) y que anhelan poder ilimitado o que, simplemente, han vendido su alma al demonio para destruir el cristianismo, nos evita pensar que, si no fuera por la gracia, estaríamos todos en el mismo saco. Históricamente, muchos han sido objeto de nuestras teorías de conspiración: judíos, papas, jesuítas, masones, liberales, etc. Podemos afirmar que estos grupos tienen, de hecho, mucho de criticable e incompatible con el cristianismo, pero comenzar a elaborar complejas teorías según las cuales sutiles y peligrosos planes son montados contra el cristianismo bíblico, implicando esto, a su vez, que sólo un reducido grupo de fieles perseveren en medio de la tribulación es, aunque parezca paradojal, subestimar la radicalidad de la depravación total de la raza humana y, al mismo tiempo, negar que el hombre sigue siendo imagen y semejanza de Dios.
Es por eso que miro con sospecha las teorías de conspiración, sobre todo en medios evangélicos. Me explico:
1. Las teorías de conspiración tienden a olvidar el hecho de que la caída afectó las capacidades intelectuales. Pablo lo dice claramente en Romanos 1.20-21, la caída ha afectado el raciocinio de la humanidad. La verdad cruda es que no somos tan fríos y calculadores como creemos que podemos serlo... la caída impide que existan personas como Lex Luthor o como los supuestos conspiradores de los Protocolos de los Sabios de Sion ¡no somos tan astutos! ¿Se acuerdan de la frase "no existe crimen perfecto"? ¡Claro que no existe si el pecado ha afectado la totalidad de nuestras facultades emocionales, volitivas e intelectuales! Hay mucha ineptitud en tipos como Bill Gates, Alister Crowley, Joseph Ratzinger o Adolf Hitler. ¡Son pecadores! Y esto, bíblicamente, significa que su naturaleza completa, incluyendo sus habilidades intelectuales, ha sido manchada y afectada por el pecado, impidiendo que alcancen todo su potencial. Junto con esto, debemos recordar algo que estoy dando por suspuesto aquí: el mal no tiene existencia propia, pues es la ausencia del bien. El mal es en relación al bien, lo que el frío es en relación al calor, o sea: la ausencia del mismo (cuando sentimos que "hace frío", en realidad "falta calor"). El mal es un parásito que tuerce, distorciona, disminuye el potencial y el alcance del bien, pero no es una fuerza igual-pero-opuesta al bien... el yin-yang y la dialéctica hegeliana son creencias extrañas al cristianismo bíblico, pues, según este último, satanás necesita la luz para opacarla, el bien para disminuirlo y la verdad para corromperla... el mal no tiene capacidad creadora, sólo sabe destruir lo que Dios ha creado (Juan 10.10).
2. Las teorías de conspiración tienden a negar que el hombre después de la caída sigue siendo imagen y semejanza de Dios. Como si fuera poco el hecho de que dejamos de considerar lo que los teólogos llaman "los efectos noéticos del pecado" (los efectos del pecado sobre la integralidad de la persona humana), al mismo tiempo, la tendencia de estas teorías llenas de fantasías atractivas es a exagerar los efectos del pecado sobre la voluntad o las emociones. Imaginamos en esas conspiraciones a personas frías y sin sentimiento alguno, que aman el mal y quieren que el mismo triunfe. Pero en la realidad, es interesante observar como hasta los satanistas de la iglesia satánica de Anton Szander Lavey (que en paz descanse... jejeje) quieren que los valores diabólicos triunfen porque tienen una esperanza nietzscheana de que una raza de super-hombres con una ética autónoma, que no considera malo ni bueno nada fuera de lo que ellos desean para sí mismos, traerá redención a la humanidad. O sea: aún tienen concepto de "malo" (que para ellos es todo lo que la tradición judeo-cristiana ha llamdo "bueno") y "bueno" (que es todo lo que la tradición juedo-cristiana ha llamado "malo"), y conservan una esperanza verde-oscura de que habrá redención para la humanidad en el libertinaje. ¿No es esto hermoso? Lo más original que el mal puede hacer es copiar el bien dando vuelta los tonos, como en el negativo de una foto. Y esto es porque, aún después de la caída, el hombre es imagen y semejanza de Dios (Genésis 9.6). Una imagen distorcionada, trizada, manchada... ¡pero no deshecha! Pero a nosotros nos incomoda pensar esto acerca de los que nos persiguen u obstaculizan en el avance del evangelio. Preferimos pensar que "huelen a azufre" (léase esto último en tono venezolano) y que sólo anhelan el mal, conscientemente, con un espíritu cruel y despiadado. Por eso nos molestan las películas como "La Caída", donde Hitler parece tan humano, donde no es un demonio, sino un tipo atormentado y confuso. No debemos olvidar que el salmo 14, que tanto habla acerca de la corrupción humana y que Pablo cita en Romanos 3, comienza diciendo que estos hombres no son "malos" o "crueles", sino "necios" (Salmo 14.1). ¡Son necios! Por eso niegan a Dios y al negar a Dios se hacen ineptos y caen en la idolatría y en la inmoralidad; al final de la cadena, como un resultado de su imbecilidad, se tornan crueles, implacables y malvados como nos muestra el ciclo descrito en Romanos 1.18-32 (¡ojo! No estoy afirmando que no son responsables... ¡son necios! y, bíblicamente, el necio es plenamente responsable por su necedad). Por eso, esa maldad de dibujo animado, nos tranquiliza, pues en esa lógica podemos pensar que somos de los buenos y que los que se oponen a nosotros, son de los malos. Pero no es así, ellos también quieren ser felices y buscan algo a que aferrarse y de muchas y variadas maneras sinceras creen que le están haciendo un bien a la humanidad al actuar de una forma determinada. Saulo creía que la estaba haciendo de oro consintiendo en la muerte de Esteban, ¡lo hizo en nombre de Dios! ¡Del Dios de Abraham, Isaac y Jacob! Pero la gracia lo alcanzó y, cegándole, le abrió los ojos. ¿No es simplemente eso lo que nos separa de los inquisidores, de Hitler, de María la Sanguinaria o de los asesinos de la noche de San Bartolomé? La gracia de Dios nos alcanzó en el camino. Sin la gracia especial de Dios, todos somos iguales: seres humanos, imagen y semejanza de Dios, pero imagen y semejanza torcida, que gracias a la gracia común de Dios aún amaríamos algo, creeríamos en algo y guardaríamos algún tipo de esperanza... sólo que en la dirección equivocada.
Concluyendo, quisiera decir que me gusta la imagen del anticristo que presenta C. S. Lewis en el libro "La Batalla Final" (Crónicas de Narnia n° 7): un mono patán y pillo, que encuentra por casualidad la piel de un león muerto y se viste con ella, haciéndose pasar por Aslan para ganar algún lucro para sí. Así llega el final de los tiempos en Narnia... no creo que será muy distinto en nuestro mundo. La imagen de Demian de "La Profecía" nos fascina, porque nos hace pensar que no somos tan malos comparados con él y, más encima, que las facultades intelectuales del ser humano se mantienen intactas después de la caída. Nos fascinan las conspiraciones, nuestro corazón se deleita en ellas y creo saber por qué: porque "engañoso es el corazón más que todas las cosas" (Jeremías 17.9).
Creo que existen las conspiraciones, y que han habido muchas en la historia y que las seguirá habiendo... pero jamás a ese nivel que tantos - sobreestimando el intelecto del hombre pecador y, al mismo tiempo, subestimando la imagen y semejanza de Dios en las emociones y voluntad - imaginan.
A veces, la línea que distingue entre la vigilancia constante y la paranoia obsesiva puede ser tenue.

Tuesday, September 05, 2006

¿VALE LA PENA LEER LIBROS DE AUTORES PAGANOS?

En una publicación que la Primera Iglesia Presbiteriana de Chillán acaba de lanzar en agosto (el folleto cultural "Puente") hemos publicado el siguiente artículo. Siempre es bueno recordar lo que el viejo Calvino decía sobre ciertos asuntos y así dejar de lado algunos prejuicios llenos de distorciones históricas que muchas veces nos cercan.
Muchos creyentes piensan que sólo es posible encontrar sabiduría en los libros de autores cristianos, y rechazan así la lectura de buenos libros escritos por no creyentes, ya que consideran, debido a la doctrina bíblica de la “Depravación Total”, que el pecado ha despojado al hombre natural (o sea: que no ha sido redimido en Cristo) de cualquier capacidad de hacer algo bueno. En el presente texto, precisamente el principal propulsor de la doctrina de la “Depravación Total”, nos presenta otra importante doctrina bíblica que la complementa: la doctrina de la “Gracia Común” y también nos exhorta a leer los clásicos de la literatura:
“Decir que el entendimiento humano está tan ciego, que carece en absoluto de inteligencia respecto a todas las cosas del mundo, repugnaría, no sólo a la Palabra de Dios, sino también a la experiencia de cada día. Pues vemos que en la naturaleza humana existe un cierto deseo de investigar la verdad, hacia la cual no sentiría tanta inclinación si antes no tuviese gusto por ella. Aunque es verdad que este deseo, aun antes de comenzar a obrar, ya decae, pues luego da consigo en la vanidad. Porque el entendimiento humano, a causa de su rudeza, es incapaz de ir derecho en busca de la verdad, y anda vagando de un error a otro, como quien va a tientas en la oscuridad y a cada paso tropieza.”
“Sin embargo, cuando el entendimiento del hombre se esfuerza en conseguir algo, su esfuerzo no es tan en vano que no logre nada, especialmente cuando se trata de cosas inferiores y terrenales. Igualmente, no es tan estúpido y tonto que no sepa gustar algo de las cosas celestiales, aunque es muy negligente en investigarlas.”
“Hay que confesar que, como el hombre es por su misma naturaleza sociable, siente una inclinación natural a establecer y conservar la compañía de sus semejantes. Por esto vemos que existen ideas generales de honestidad y de orden en el entendimiento de todos los hombres. En cuanto a las artes, así mecánicas como liberales, puesto que en nosotros hay cierta aptitud para aprenderlas, se ve también por ellas que el entendimiento humano posee también alguna virtud.”
“Por lo tanto, cuando al leer los escritores paganos veamos en ellos esta admirable luz de la verdad que resplandece en sus escritos, ellos nos debe servir como testimonio de que el entendimiento humano, por más que haya caído y degenerado de su integridad y perfección, sin embargo no deja de estar aún adornado y enriquecido con excelentes dones de Dios. Si reconocemos al Espíritu de Dios por única fuente y manantial de la verdad, no desecharemos ni menospreciaremos la verdad donde quiera que la hallemos; a no ser que queramos hacer una injuria al Espíritu de Dios, porque los dones del Espíritu no pueden ser menospreciados sin que Él mismo sea menospreciado y rebajado.”
“Es imposible leer los libros que escribieron los antiguos sobre política, jurisprudencia, filosofía, ciencia o arte sin sentirnos maravillados y llenos de admiración. Y nos llenaremos de admiración, porque nos veremos forzados a reconocer la sabiduría que en ellos se contiene. Ahora bien, ¿creeremos que existe cosa alguna excelente y digna de alabanza que no proceda de Dios? Sintamos vergüenza de cometer tamaña ingratitud.”
“Esto debe enseñarnos cuántos son los dones y gracias que el Señor ha dejado a la naturaleza humana, aun después de ser despojada del verdadero y sumo bien.”

Juan Calvino (1509-1564)Extraído de su obra: “La Institución de la Religión Cristiana” (Libro II, cap. 2)

Saturday, July 22, 2006

LIBERTAD EDUCACIONAL Y RELIGIOSA EN CHILE

En el diario "La Discusión" (principal diario de la provincia de Ñuble, VIII región), salió publicada la siguiente noticia el pasado miércoles 19 de julio:
En una declaración titulada "Educación, familia y pluralismo", el Comité Permanente de la Conferencia Episcopal de Chile entregó sus aportes al debate en torno a la educación y a la propuesta de reforma constitucional sobre la materia. Al respecto, el obispo de Chillán, monseñor Carlos Pellegrín Barrera, destacó la identificación que la iglesia ha tenido desde hace décadas con la educación de los chilenos, y resaltó la valoración que ésta hace de la persona. La Iglesia Católica, según señaló monseñor Pellegrín, llamó a garantizar por ley un sistema educacional plural, de calidad, accesible a todos los chilenos y chilenas, conforme a los principios morales y religiosos de cada persona. Al mismo tiempo, el prelado hizo una férrea defensa del derecho a la libertad de enseñanza. “Es sumamente importante proteger la libertad de enseñanza. Eso pasa por asegurar la posibilidad de que cada colegio tenga un proyecto educativo. Para nosotros es fundamental que esto ocurra tanto en la educación municipal como particular tengan. por lo tanto, los esfuerzos del estado por elevar la excelencia, se deben basar en este aspecto”, señaló. Monseñor Pellegrín aclaró, además, que esta postura de la Conferencia Episcopal no significa mermar el derecho a la educación, como sostuvieron los estudiantes secundarios durante la movilización. “Yo creo que el tema hay que tenerlo claro. Cuando se habla de libertad de enseñanza significa que el Estado tiene que dar el ambiente para que diferentes iniciativas de educación coexistan. Obviamente cada colegio que se crea debe estar bajo la autoridad del Estado, el que tiene la obligación de garantizar que éste se enmarca dentro de las prioridades educacionales del país”, afirmó.
Ante estas declaraciones del obispo de Chillán, mi vecino, me indigné por la propaganda engañosa que ellas pueden representar y decidí contestar con una carta al director del diario "La Discusión", la cual salió publicada hoy, 22 de julio, en el mismo diario (www.diarioladiscusion.cl) levemente editada, claro está, por el director, pero sin perder la idea central (creo). Espero que disfruten leyéndola, tanto como yo disfruté escribiéndola y viéndola publicada:
Señor Director:
Es sabido que “un texto fuera de contexto no pasa de un pretexto”. Y algunas declaraciones, cuando sacadas de su contexto histórico, pueden, de hecho, tornarse un mero pretexto.
Me han sorprendido las declaraciones del Consejo Episcopal de Chile sobre la libertad religiosa en educación, así como me han sorprendido las declaraciones que al respecto ha hecho el obispo Pellegrin. Esto porque, si mal no recuerdo, fue precisamente esta institución político-religiosa, la Iglesia Católica Romana, que históricamente se opuso tantas veces a las libertades educacionales que en este país se quisieron implementar desde tempranos períodos de nuestra república (y antes). Basta recordar la hazaña que Don Bernardo O’higgins quiso realizar al llamar personalmente al evangélico colportor de la Sociedad Bíblica, señor Diego Thompson, para implementar el sistema lancasteriano de alfabetización. Gracias a la presión política de la Iglesia Católica Romana, Thompson tuvo que abandonar el país y todo el sistema lancasteriano fue abandonado. Podemos también recordar cómo el pastor David Trumbull en Valparaíso se vio obligado a crear en 1869 la Escuela Popular para dar educación a los hijos de no-católicos en situación de pobreza, por el simple hecho de que las instituciones educacionales católico-romanas no los aceptaban.
Y podemos también recordar episodios más recientes, tales como la intensa lucha que hubo en este país por la aprobación de la ley de igualdad de cultos. No fue poca la presión política del romanismo para que este proyecto de ley fuera modificado y no hubiera igualdad de rango entre la Iglesia Católica Romana y otras instituciones religiosas. Vimos declaraciones públicas de obispos en las cuales apelaban para la antigüedad y otros argumentos sentimentalistas y anti-republicanos para no lograr la igualdad y, por lo tanto, plena libertad de cultos en Chile.
Sin embargo, la ley de libertad de cultos fue aprobada en 1999 y, en términos prácticos, se está caminando en pro de hacerla cumplir, buscando, por ejemplo, implementar clases de religión evangélica en los colegios municipales – tema a favor del cual la Iglesia Católica Romana nunca se manifestó en los tiempos que poseían la hegemonía de las clases de religión en las escuelas municipales. Ciertamente, este apoyo católico-romano de hoy a la libertad de educación religiosa y confesional no es un apoyo histórico.
Creo en las instituciones educacionales confesionales y creo que el Estado debe facilitar las condiciones para que funcionen, ya que ellas garantizan la libertad a recibir una educación de acuerdo con los valores religiosos adoptados por la familia de cada niño y joven de este país y, por esto, concuerdo con lo dicho recientemente por el Consejo Episcopal de Chile y por el obispo Pellegrin. Sin embargo, no dejan de sorprenderme sus declaraciones.
Me sorprendo y espero que esto sea una señal de verdaderos cambios en el seno del romanismo y no una mera adaptación del discurso con miras a mantener privilegios históricos.
Jonathan Muñoz Vásquez
Pastor Iglesia Presbiteriana de Chile

Thursday, July 06, 2006

(bosquejando una opinión reformada) SOBRE POLÍTICA EN CHILE III

(Continuando... la tercera parte y final del texto)

Nunca me sentí muy atraído hacia la derecha clásica (UDI, RN), inicialmente por prejuicio (lo reconozco), pero hoy tengo razones claras y entre ellas está la siguiente: su conservadurismo behaviorista – motivación filosófica por la cual muchos de ellos han apoyado históricamente a Pinochet – y su pleitesía al catolicismo romano – que es cómo se manifiesta muchas veces la derecha en Chile – no me representan en absoluto. Pero, sobre todo, de la derecha no me representa su apoyo explícito a un sistema económico que considero perverso, un sistema que valida el egoísmo y la opresión al pobre y desvalido, este sistema no sólo reconoce el egoísmo humano como una realidad – lo cual es bíblico y, por lo tanto, mucho más realista que Marx o Rousseau – sino que va más allá: legitima pecados como la codicia, la ambición o la usura. Y los torna el motor por el cual la economía y las sociedades avanzan. Una cosa es ver que, por los misteriosos designios de Dios, las naciones se enriquecen debido a la opresión y a la ambición de sus latifundiarios, industriales o banqueros y otra muy distinta es decir que la riqueza obtenida de esa manera agrada a Dios y le glorifica. Soy calvinista y entiendo que mi fin último como individuo, como ciudadano y como parte de una sociedad organizada políticamente, es glorificar a Dios y lo que le glorifica es obedecer Su voluntad revelada en la Escritura (pregs. 1 y 2 del Breve Catecismo de Westmisnter). Aunque en sus designios ocultos Él opte por glorificarse a sí mismo a través de la pecaminosidad humana, eso no me da derecho a legitimar la corrupción humana; las cosas ocultas pertenecen a Dios, las reveladas son para obedecerlas (Dt. 29.29). ¿Haremos males para que nos vengan bienes? “¡Claro que no!” respondería el apóstol Pablo. Hermanos defensores del capitalismo neoliberal: no confundamos las cosas, algo puede ser legal, pero aún así ser inmoral, sobre todo para un cristiano. ¡Y viceversa también! Muchas veces lo moralmente correcto también puede ser declarado ilegal por un gobierno o una sociedad.
Por otro lado, hoy no me siento nada de atraído hacia la izquierda. La izquierda verdadera, la marxista, no me representará jamás por las razones que ya dije: no soy materialista, creo en un Dios personal y soberano que creó todo lo que existe y que tiene control sobre la historia, dirigiéndola hacia donde le place; es Dios quien mueve la historia, no la lucha de clases. Tampoco creo en la dignidad y bondad humanas per se, pues la dignidad humana existe por analogía: somos imagen y semejanza de nuestro Creador, Dios, y eso nos dignifica como criaturas y habiendo sido creados buenos, nos hemos desviado de Dios y somos pecadores y transgresores. Además, considerar que Dios podría o no existir (agnosticismo) no es para mí una postura razonable, es lisa y llanamente: blasfemia, dureza de corazón y necedad (Sl 14.1; Rm 1.18-25), pues, como diría Francis Schaeffer: “He is there and he is not silent”. Él es el Dios que se ha revelado en la creación y en su infalible Palabra.
Entonces, como buen chileno, ¿mi alternativa política podría ser algo más “moderado”, así como PPD, DC, PRSD o PS? Exactamente por las mismas razones que no apoyo a la derecha histórica, no apoyo a esta nueva derecha, llamada “Concertación”, que se ha ido perfilando en el poder. ¿Pero veo alguna diferencia entre ellas? Claro que sí: que la derecha histórica apoya el sistema económico perverso explícitamente, mientras que esta nueva derecha lo hace de manera un poco (sólo un poco) más velada. Y no me gusta la sensación de que los poderes políticos me están metiendo el dedo en la boca, entreteniendo a los chilenos con una serie de medidas-parches. Además, dentro de este híbrido concertacionista hay sectores que le rinden tanta pleitesía al catolicismo-romano como la extrema derecha. Y, para colmo de contradicciones, cuando las cosas se ponen complicadas y hay que obtener el voto popular, hacen una serie de declaraciones humanistas que apelan a la dignidad del ser humano per se y a la necesidad del diálogo porque, al fin y al cabo la verdad no existe y debemos entre todos construirla en la intersubjetividad. Si por lo menos fueran consecuentes con este discurso anti-cristiano los respetaría, ¡pero no lo son! A la hora del veremos, simplemente imponen lo que les parece mejor a ellos, al fin y al cabo ellos mandan y nosotros, el pueblo, no sabemos nada de democracia, por el sólo hecho de que no levantamos el dedo frente a las cámaras durante la dictadura militar. Así actúa el poder concertacionista: como una red interdisciplinar que nos educa para que seamos cada vez más dóciles (si tiene dudas sobre esto, lean a Michel Foucault) y dispuestos a tragar lo que nos traigan… aunque sea basura.
Estas son las alternativas que el mundo nos presenta, proponiéndonos una falsa antítesis a través de la constante pregunta (muchas veces silenciosa): ¿eres de derecha o de izquierda? El mundo siempre nos hace eso. Nos tiende trampas diciéndonos: “¡ya pues! ¡Posiciónate! ¿Derecha o izquierda?” Y nos presenta dos opciones como las únicas posibles o, en su defecto, alguna mescolanza entre ellas. Y los creyentes nos quedamos estupefactos; analizamos lo que oímos desde niños en casa, recordamos los reportajes de la T.V., pensamos en Pinochet y sus medidas socio-económicas y, finalmente, decimos: “¡Derecha!”, “¡Izquierda!”, “¡Centro-Izquierda!”, “¡Centro-Derecha!” y así caemos en la trampa, tragándonos por entero el binomio humanista naturaleza/libertad sobre el cual se basan todas las posturas políticas conocidas en el mundo hoy. Este binomio naturaleza/libertad es el gran tema de la modernidad, que puede resumirse en la pregunta: “¿somos seres determinados por nuestra naturaleza en términos de causa-efecto y leyes naturales o somos seres libres que no pueden ser determinados por nada y que optan qué es lo que quieren ser en plena autonomía?” Esta pregunta ha sido respondida de diversas formas y, en el ámbito de las organizaciones sociales, las distintas respuestas a esta pregunta han generado las posturas políticas que hoy conocemos. Sin embargo ninguna de las respuestas es correcta para un cristiano por una simple razón: la pregunta está mal hecha. ¡Tal binomio (naturaleza/libertad) no existe! Dios es absolutamente Soberano sobre todo el Universo y Él es un Ser Personal y totalmente libre, que no está determinado por nada que no sea su propio Ser y Carácter, y Él creó al ser humano libre y cuando ejercemos nuestra libertad Él cumple y realiza sus designios soberanos. ¡Para quien entiende estas verdades bíblicas, no hay contradicción!
Pero, otros creyentes, cuando confrontados con el tema de la política, caen en una trampa más denigrante, cuando ante las opciones presentadas (derecha, izquierda o sus intermediarios) dicen: “¡La política es del demonio! ¡Es del mundo! Ella dividió a mi familia, dividió a mi iglesia, dividió a los chilenos. Así que un cristiano no debe meterse en política. Nunca voy a hablar de política ni me voy a manifestar al respecto” y así caen en un binomio que tal vez sea aún peor, ya que nos aliena de la realidad social que deberíamos influenciar como sal y luz (Mt 5.13-16) y nos hace posicionarnos de igual forma, sólo que de manera inconsciente, ya que no existe ser humano que no tenga una postura política, puesto que todos tenemos valores, anhelos y sueños para nuestra sociedad. Los que adoptan esta última postura caen una herejía que San Agustín ya combatió y deshizo en el siglo IV: “maniqueísmo”, una especie de neo-platonismo exacerbado que considera que la materia, el mundo visible con sus estructuras socio-culturales es algo malo en sí, mientras que el espíritu, el mundo invisible de las verdades que están más allá de los sentidos, es lo bueno y a lo que nos debemos dedicar. Esta última postura, por lo tanto, también es anti-cristiana.
Por eso he decidido decir “¡basta!”. El humanismo iluminista y sus engendros, llámense libre-pensamiento, marxismo, agnosticismo, materialismo o libre-mercado no me representan y jamás lo harán. He decidido no comulgar en esas posturas filosóficamente opuestas al cristianismo bíblico. No me uniré en yugo desigual. Pero tampoco me retiraré del mundo como un montanista. Simplemente quiero hacer lo que Dios en Su Palabra ordena: vivir en este mundo y actuar en él buscando siempre, en todo, la gloria de mi único Señor, por eso quiero hacer valer mi postura política sin necesidad de someterme a organizaciones cuyas bases son el paganismo y el humanismo anti-cristiano. Cuando alguna causa común me una a alguna postura humanista, lo hará circunstancialmente – como, por ejemplo, la lucha contra la hegemonía y tiranía del catolicismo romano en Chile – pero jamás orgánicamente. Orgánicamente sólo pertenezco a un Cuerpo: al Cuerpo de Cristo. Ellos podrán ser mis compañeros de armas durante algunos momentos muy específicos, pero jamás serán mis hermanos, ni los llamaré de tales. No quiero ser “miembro” de ninguna organización que no confiese a Cristo, quien se reveló a sí mismo Palabra, como el Señor soberano sobre toda la creación y la historia. Podré ser simpatizante de algunas ideas o “momentos de verdad” que los paganos han tenido y tienen; podré ser incluso un co-beligerante, pero mi identidad no se definirá a través de la pertenencia orgánica a ninguna organización que no sea la Iglesia universal.Soy un creyente chileno y como tal quiero actuar en Chile. Así quiero vivir mi ciudadanía: como ciudadano del Reino de los cielos, que no es un Reino etéreo y lejos de esta realidad material y social, sino un Reino presente hoy en Chile, que bajo el comando del Espíritu de Dios somete todos los ámbitos del quehacer y saber humanos a Cristo el Señor. Tengo claro que mi anhelo es ver – como reza un lema típico evangélico – un “Chile para Cristo”, no sólo en el plano de más individuos que entregan su alma al Evangelio de Cristo, sino también a nivel del cuerpo, los quehaceres, el trabajo, las instituciones, los valores, la cultura, y tantas otras áreas de nuestro país que hemos dejado en manos del enemigo y que incluso hemos contribuido para que así sea. Debe ser por eso que desconozco tanto este país. Pero sobre todo lo amo y mi mayor muestra de amor será ya no callar mi postura política, sino manifestarla, corregirla en lo que sea necesario y actuar a partir de ella. Creo sinceramente (y no utópicamente… la historia está de mi lado) que si más creyentes nos unimos en un propósito similar este nos será un Chile cada vez más familiar, puesto que cada vez más rendido a Dios y a Su gloria.


SOLI DEO GLORIA

Wednesday, July 05, 2006

DENOMINACIÓN NORTEAMERICANA FINALMENTE APRUEBA PASTORES HOMOSEXUALES PRACTICANTES

A continuación reproduzco la traducción de un post del Dr. Agustus Nicodemus Lopes (traducido por el Rev. Fábio Bezerra) que fue publicado en su blog "O Tempora O Mores".
Pensemos al respecto...
Materia transmitida en la Christianity Today Newsletter, de 28.06.2006, firmada por David E. Anderson, informa que, en el último día 20 de junio, después de un acalorado debate de más de tres horas, la Iglesia Presbiteriana de Estados Unidos (PCUSA) - el más grande ramo del presbiterianismo en esta país – aprobó, para entrar en vigor inmediatamente, por 298 votos contra 221, la moción encaminada, después de cuatro años de estudio, por la “Fuerza Tarea sobre Paz, Unidad y Pureza en la Iglesia”, que permite la ordenación al pastorado de candidatos al ministerio homosexuales practicantes, por decisión de las congregaciones de sus 173 presbiterios locales.

Antes que todo, necesito aclarar que esta denominación norteamericana no tiene nada que ver con la Iglesia Presbiteriana de Brasil, de la cual los autores de este blog
[1] son miembros.
En realidad, la IPB ha rechazado consistentemente en la últimas décadas todas los esfuerzos oficiales de acercamiento con la Presbyterian Church of the United States (PCUSA), hechas de ambos lados.
No voy a decir que me quedé estupefacto, sorprendido o choqueado con la decisión tomada finalmente por la asamblea general de la PCUSA durante la semana pasada, de aceptar pastores homosexuales y pastoras lesbianas practicantes. No estoy sorpendido porque ya era esperable que tal cosa sucediera, más tarde o temprano pasaría. Desde luego, las decisiones que habían sido tomadas por esta denominación en las recientes décadas no podrían llevar a otra cosa sino a decisiones como esta. La decisión de la semana pasada, fruto de 30 años de estudios, es el resultado de la elaboración de varios conceptos y presuposiciones que a lo largo del tiempo fueron, lentamente, siendo introducidos en el alma de la denominación, formando irreversiblemente su manera de pensar y actuar.
Todo comenzó cuando la PCUSA pasó a tolerar que el liberalismo teológico fuera enseñado en las instituciones teológicas, las cuales son responsables por la formación teológica de sus pastores. El liberalismo teológico retira toda la autoridad de las Escrituras como Palabra de Dios, introduce el concepto de que ella es fruto del pensamiento anticuado de las generaciones antiguas y que trae valores y conceptos que ya no pueden ser aceptados por el hombre moderno. Así que, coloca la Biblia abajo de la crítica cultural. El paso siguiente fue la aprobación de la ordenación de mujeres cristianas al ministerio, en la década de los 60, basados exclusivamente en el argumento de que los textos bíblicos que imponen restricciones al ejercicio de la autoridad eclesiástica por parte de la mujer cristiana eran culturalmente condicionados y, por lo tanto, impropios para nuestra época, en que la mujer ha alcanzado todas las posiciones de autoridad.
El argumento que ha sido usado desde hace décadas por los defensores del homosexualismo dentro de la PCUSA sigue la misma línea. Los textos bíblicos contrarios al homosexualismo son vistos como resultado de una cosmovisión cultural anticuada de los escritores bíblicos, reflejando los valores de aquella época. Especialmente los textos de Pablo sobre el homosexualismo (Romanos 1 en lo particular) son entendidos como condicionados por los prejuicios de la cultura antigua y por la falta de conocimiento científico que, según los defensores del homosexualismo, hoy ya se comprueba que ser gay es genético, no siendo, por tanto, algo considerado como desvío moral o pecado. Ya que la cultura moderna más y más acepta el homosexualismo como normal, llegando aún a reconocer el matrimonio entre ellos en algunos casos, ¿Por qué la iglesia, que debiera siempre dar el primer ejemplo de tolerancia, aceptación y amor, no puede recibir homosexuales como miembros comulgantes y pastores? Este fue el argumento que finalmente prevaleció, pues la decisión permite que homosexuales practicantes consideren su elección sexual como una cuestión secundaria y no como materia de fe, sujeta a la disciplina eclesiástica de la denominación.
No estoy afirmando con lo anterior que todos los que defienden la ordenación de mujeres necesariamente son defensores de la ordenación de gays y del matrimonio de homosexuales. Tengo buenos amigos que defienden lo uno y abominan lo otro. Estoy solamente diciendo que, en ambos casos, el argumento usado para la aprobación dentro de la PCUSA fue el mismo: lo que los escritores bíblicos dicen sobre estos asuntos no es válido para los días de hoy y, por lo tanto, la iglesia debe guiarse por aquello que sea culturalmente aceptable, políticamente correcto y que forma parte del sentido común.
Existe una valiente minoría dentro de la PCUSA que hace mucho ha luchado contra la introducción de estos conceptos en el seno de su iglesia. Ahora, contempla con tristeza la derrota que golpea su puerta. Aunque, no se sabe qué decisión ellos tomarán. Las opciones no son muchas, en todo caso. Mi corazón se entristece por ellos. Quienes tienen el interés y leen inglés, pueden visitar el sitio de unos de los grupos de resistencia dentro de la PCUSA:
www.layman.org.
No debemos pensar que este sea un problema restringido a aquella denominación americana. Las mismas presuposiciones que los llevó a tomar esta decisión ya están actuando en Brasil, comenzando por los seminarios e instituciones de enseñanza teológica que ya han sido victimas del método histórico-crítico de interpretación, del liberalismo teológico, del pragmatismo y del relativismo. El campo está siendo preparado en Brasil para que brevemente evangélicos pasen a considerar a la homosexualidad como siendo un tema personal y secundario, abriendo con ello la puerta para la ordenación de gays y lesbianas practicantes al ministerio de la Palabra. Creo que la única medida preventiva es no dejar la legitimidad y aplicabilidad de los valores y enseñanzas bíblicas para todas las épocas y culturas. Esto nos permitirá hacer siempre una crítica de la cultura a partir del referente que es la Palabra inspirada e infalible de Dios. La Biblia ha pasado a ser juzgada por la cultura. Será difícil para liberales, neo-ortodoxos, neo-pentecostales y otros grupos en Brasil, que de maneras distintas colocan la cultura sobre la Biblia, resistir a la presión. Quien viva, lo verá.
[1] http://tempora-mores.blogspot.com/

Tuesday, July 04, 2006

(bosquejando una opinión reformada) SOBRE POLÍTICA EN CHILE II

(Continuación...)

En mis años de adolescencia aprendí de alguna manera, no sé muy bien por qué (y lo confieso: estoy medio arrepentido), a tenerle más simpatía a la postura de “izquierda”, sólo para darme cuenta, no mucho tiempo después, que esta postura no era tan de izquierda como lo creía ¿y hoy? Hoy me doy cuenta que gran parte de los partidarios de esa postura no tienen nada de izquierdistas. Nuestro país ha sido gobernado durante los últimos años exclusivamente por la derecha. La llamada “Alianza por Chile” es una derecha que históricamente ha apoyado a Pinochet y su gobierno totalitario (algunos la tildarían de “derecha fascista”, lo cual es, claramente, una generalización) y que tiene su peso político, sobre todo a la hora de no permitir que ciertas leyes de gran beneficio social se aprueben y promulguen, todo en pro del respeto a las libertades individuales. ¿Y la Concertación? Es la otra derecha. Una derecha antipinochetista, pero derecha al fin y al cabo. Sus representantes están ligados históricamente a la defensa de la democracia y de la libertad en los tiempos del totalitarismo. Sin embargo, para decirlo en buen chileno, su plan macro-socio-económico “es de derecha igual no más”. Ya que a la hora de optar en la famosa tensión bien-común/libertades-individuales, generalmente se inclinan hacia las libertades individuales... de las elites economicas de este país.
Echo a volar mi imaginación y pienso, con todo el respeto que los muertos se merecen, que Luis Emilio Recabarren se suicidaría tres veces al ver un gobierno “socialista” como el de Ricardo Lagos. ¿Y cuántos discursos llenos de denuncia social no saldrían de la voz de Salvador Allende ante los titubeos que el gobierno – también “socialista” – de turno manifiesta sobre qué hacer con el dinero que está entrando al país gracias al alza del cobre (nacionalizado)? Tal vez Violeta Parra y Víctor Jara tendrían más de algo que cantarnos con su guitarra y su voz, haciendo crítica a los gobiernos de la Concertación y contemplando los paros estudiantiles, las tomas de terreno, las filas de urgencia de los hospitales o los aplausos de empresarios al gobierno de “izquierda”.
En estos tiempos mediáticos, donde la gran máxima es “si lo dice la televisión debe ser verdad”, es muy fácil hacer un montaje del presidente saliente diciendo discursos con el dedo parado, saludando a unas señoras en la población, usando un casco de minero en Chuquicamata, etc y todo esto con un fondo musical de Quilapayún de los ’70, para finalmente decir que este fue un gobierno socialista.
No soy marxista, no pretendo serlo y, con la ayuda de Dios, jamás lo seré. No creo en la cosmovisión materialista, ni en los ideales del humanismo iluminista ni en sus engendros, llámense “marxismo”, “liberalismo”, “nihilismo”, “existencialismo”, “posmodernismo”, “feminismo” o "etc.ismo". Pero sí, como creyente en Cristo, quiero honrar a Dios reconociendo la verdad donde quiera que ella se encuentre, pues, como decían Agustín de Hipona, Juan Calvino y alguien más antes de ellos que no me acuerdo: “toda verdad es verdad de Dios”. ¿Y qué verdad veo? Veo que las “ideologías burguesas” que Marx tanto denunciaba – aquellos discursos, categorizaciones y conceptos que funcionan como verdaderas cortinas de humo que ocultan la realidad tal como es y no permiten al pueblo emanciparse – son una realidad palpable en Chile. Claro que, como siempre, los paganos que tienen sus momentos de verdad hablan la verdad un tanto distorsionada. Por eso, usando como trampolín el concepto marxista de “ideología”, en realidad me refiero a una verdad más alta y mucho mejor conceptuada, puesto que revelación de Dios: aquello que el apóstol Pablo llama de “artimañas del engaño” (Ef 4.14), “argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Cristo” (2Co 10.5), “filosofías y huecas sutilezas según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo” (Cl 2.8). Jesús lo llamaría simplemente de “mentira” (Jn 8.44), un concepto profundo que no simplemente significa el antónimo de “verdad” sino que implica también un ocultamiento de la verdad a través del uso amputado de la misma (“medias-verdades” dirían algunos), un ocultamiento que acarrea consigo la esclavitud del alma y la muerte y destrucción de la dignidad humana (Jn 10.10; 8.32).
“Otro evangélico que demoniza la política” dirán los simplistas que aman más sus conclusiones precipitadas y prejuiciadas que la verdad. Y la verdad es que hoy no soy de “derecha”, ni de “izquierda”, ni “extremista” en ninguno de los sentidos que la política actual permite serlo, tampoco soy partidario de ese chiste político llamado “centro”. Pero sí soy político, no sólo en el sentido general aristotélico, ya que en ese sentido todos los somos, unos más políticos, otros más animales, otros bastante de ambos al mismo tiempo. Tengo una postura política bastante definida y que, cada día que pasa, se define mejor. Lástima que en este país no haya sector (entre los oficialmente conocidos, al menos) que me represente.



(aunque no lo crean... todavía falta, pero claro que si quieren comentar pueden hacerlo... Continuará...)

(bosquejando una opinión reformada) SOBRE POLÍTICA EN CHILE I


De a poco desconozco cada vez más este país. Tal vez sea, como en casi toda relación sentimental, porque de a poco estoy conociendo cada vez mejor a él y a mí mismo. Es verdad que 4 años viviendo fuera de Chile no es tanto tiempo, pero sí es suficiente tanto para madurar algunas visiones mías como para que cambios significativos ocurran a nivel nacional. Quiero creer que un poco de las dos cosas ha pasado.
Durante algún tiempo creí vivir en un país dividido políticamente. Por un lado estaban aquellos que apoyaban casi incondicionalmente un régimen totalitario de gobierno, el cual había logrado exitosamente salvar al país de la crisis económica, social, política y moral que implica un gobierno marxista. Por otro lado, estaban aquellos que, siendo contrarios a este mismo gobierno totalitario, se manifestaban a favor de una democracia que valorizara los derechos y libertades de los individuos de esta nación y levantaban el dedo para acusar los crímenes cometidos por el régimen militar. Dentro de este segundo grupo estaban aquellos (es verdad que no eran muchos) que defendían las bondades que un gobierno marxista nos habría traído en lo económico, lo social, lo político y lo moral y miraban con cierto aire de romanticismo aquellos tiempos previos al golpe militar en nuestro país.
Aprendí de niño que la primera postura descrita se llamaba “derecha” y la segunda, “izquierda” y así lo seguí llamando hasta hace no mucho tiempo atrás. ¡Qué ingenuidad la mía! Como si ser de derecha o de izquierda dependiera exclusivamente de la postura que se adopte frente a los gobiernos de Allende y de Pinochet o frente al golpe militar de 1973 o, incluso, frente a los detenidos desaparecidos y sus familias.

Algún tiempo ha pasado desde mi niñez y desde entonces hasta ahora he conocido a gente, que teniendo familiares cercanos muertos o torturados por el gobierno militar y anhelando justicia (que no es lo mismo que venganza), se reconocen a sí mismos políticamente como de derecha. Me ha tocado ver a personas de derecha contribuir activamente para que se investiguen los crímenes ocurridos durante la era de Pinochet, incluso acusándole a él personalmente. He visto a muchos otros que, siendo de “izquierda”, han alabado los beneficios económicos que gracias al golpe pudimos adquirir e, incluso, han negado de frente cualquier tentativa de re-establecer alguna práctica o política estatal que siquiera recuerde la era de Allende.
Y es que, simplificando aún más, los chilenos aprendimos – estúpidamente, por decir lo menos – a etiquetar a alguien de “derecha” o de “izquierda” dependiendo de si le gustaba o no Pinochet y su gobierno totalitario. Este hábito casi compulsivo, en otros tiempos echó a perder muchos almuerzos familiares, cumpleaños, asados e, incluso, ágapes fraternales de la iglesia. Durante los ’80, y hasta inicio de los ’90, era una división relativamente seria, que podía traducirse en fuertes discusiones y palabras ofensivas. Hoy, en pleno siglo XXI – y casi como un signo de los tiempos posmodernos – es una división lúdica. Nos entretenemos tratándonos de “derechistas”, “izquierdistas”, “fachos” o “comunistas”. Y nos reímos. Y, riéndonos, nos etiquetamos.

(No se precipiten... estoy sólo empezando... o sea: Continuará...)