Saturday, September 23, 2006

TEORÍAS DE LA CONSPIRACIÓN

Mel Gibson, Julia Roberts y Michael Moore me despertaron para un hecho interesante: a los gringos les encanta pensar que existe una conspiración (o varias). ¿Qué les motivará tanto a pensar en esto?
"Conspiracy Theory" y "Fahrenheit 9/11" son sólo muestras de esta pseudo-subversión que existe en el cine (y creo que en la cultura también) estadounidense.
Digo pseudo-subversión porque pensar que los ataques del 11 de septiembre (de 2001), los disparos en Columbine, la muerte de Kennedy y tantos otros sucesos ocurren debido a una planificación maligna de ciertos poderes económicos o políticos que se encuentran precisamente dentro de los Estados Unidos les alivia del hecho de pensar que sus enemigos son más atutos que ellos y que, incluso, la CIA, el FBI, el congreso y la Casa Blanca tienen ciertos momentos en los cuales toman, sencillamente, decisiones ineptas y actúan de manera inepta y que hay momentos en los cuales sus enemigos dan muestras de superioridad o las autoridades estadounidenses subestiman el poder de la naturaleza.
Seamos claros: no le conviene a una superpotencia mundial pensar que existe ineptitud en la evacuación de New Orleans. Esto es más de lo que un estadounidense podría soportar. En momentos como esos la mentalidad norteamericana debe producir un Michael Moore que, a su vez, produzca un film y manipule algunas imágenes, editándolas con la música correcta en el momento correcto y que deje tranquilos a los pobres gringos con el mensaje: "no se preocupen, seguimos siendo superiores, no cometemos errores, simplemente hay malvados dueños de transnacionales y políticos (todos norteamericanos) que conspiran constantemente y permiten que desastres sucedan con un propósito maligno oculto... ningún poder humano o fuerza de la naturaleza es superior a nosotros". Por extraño que nos parezca, esto los deja tranquilos.
Debemos entenderlos también: no es fácil ser norteamericano. Una enorme responsabilidad pesa sobre sus hombros (como pesaba en Atlas... o en las tortugas de la antigüedad). Si ellos son tan ineptos (o más) que los latinoamericanos o los medio-orientales, entonces ¿quién podrá defendernos?... El "Capitán América" se torna el "Capitán Tostadas en Polvo".
Haciendo un link, en muchos medios evangélicos es, también, tranquilizador pensar en teorías de conspiración. Pensar que hay malvadas personas sin corazón, que son más malas que nosotros (nosotros somos los más buenos, obviamente) y que anhelan poder ilimitado o que, simplemente, han vendido su alma al demonio para destruir el cristianismo, nos evita pensar que, si no fuera por la gracia, estaríamos todos en el mismo saco. Históricamente, muchos han sido objeto de nuestras teorías de conspiración: judíos, papas, jesuítas, masones, liberales, etc. Podemos afirmar que estos grupos tienen, de hecho, mucho de criticable e incompatible con el cristianismo, pero comenzar a elaborar complejas teorías según las cuales sutiles y peligrosos planes son montados contra el cristianismo bíblico, implicando esto, a su vez, que sólo un reducido grupo de fieles perseveren en medio de la tribulación es, aunque parezca paradojal, subestimar la radicalidad de la depravación total de la raza humana y, al mismo tiempo, negar que el hombre sigue siendo imagen y semejanza de Dios.
Es por eso que miro con sospecha las teorías de conspiración, sobre todo en medios evangélicos. Me explico:
1. Las teorías de conspiración tienden a olvidar el hecho de que la caída afectó las capacidades intelectuales. Pablo lo dice claramente en Romanos 1.20-21, la caída ha afectado el raciocinio de la humanidad. La verdad cruda es que no somos tan fríos y calculadores como creemos que podemos serlo... la caída impide que existan personas como Lex Luthor o como los supuestos conspiradores de los Protocolos de los Sabios de Sion ¡no somos tan astutos! ¿Se acuerdan de la frase "no existe crimen perfecto"? ¡Claro que no existe si el pecado ha afectado la totalidad de nuestras facultades emocionales, volitivas e intelectuales! Hay mucha ineptitud en tipos como Bill Gates, Alister Crowley, Joseph Ratzinger o Adolf Hitler. ¡Son pecadores! Y esto, bíblicamente, significa que su naturaleza completa, incluyendo sus habilidades intelectuales, ha sido manchada y afectada por el pecado, impidiendo que alcancen todo su potencial. Junto con esto, debemos recordar algo que estoy dando por suspuesto aquí: el mal no tiene existencia propia, pues es la ausencia del bien. El mal es en relación al bien, lo que el frío es en relación al calor, o sea: la ausencia del mismo (cuando sentimos que "hace frío", en realidad "falta calor"). El mal es un parásito que tuerce, distorciona, disminuye el potencial y el alcance del bien, pero no es una fuerza igual-pero-opuesta al bien... el yin-yang y la dialéctica hegeliana son creencias extrañas al cristianismo bíblico, pues, según este último, satanás necesita la luz para opacarla, el bien para disminuirlo y la verdad para corromperla... el mal no tiene capacidad creadora, sólo sabe destruir lo que Dios ha creado (Juan 10.10).
2. Las teorías de conspiración tienden a negar que el hombre después de la caída sigue siendo imagen y semejanza de Dios. Como si fuera poco el hecho de que dejamos de considerar lo que los teólogos llaman "los efectos noéticos del pecado" (los efectos del pecado sobre la integralidad de la persona humana), al mismo tiempo, la tendencia de estas teorías llenas de fantasías atractivas es a exagerar los efectos del pecado sobre la voluntad o las emociones. Imaginamos en esas conspiraciones a personas frías y sin sentimiento alguno, que aman el mal y quieren que el mismo triunfe. Pero en la realidad, es interesante observar como hasta los satanistas de la iglesia satánica de Anton Szander Lavey (que en paz descanse... jejeje) quieren que los valores diabólicos triunfen porque tienen una esperanza nietzscheana de que una raza de super-hombres con una ética autónoma, que no considera malo ni bueno nada fuera de lo que ellos desean para sí mismos, traerá redención a la humanidad. O sea: aún tienen concepto de "malo" (que para ellos es todo lo que la tradición judeo-cristiana ha llamdo "bueno") y "bueno" (que es todo lo que la tradición juedo-cristiana ha llamado "malo"), y conservan una esperanza verde-oscura de que habrá redención para la humanidad en el libertinaje. ¿No es esto hermoso? Lo más original que el mal puede hacer es copiar el bien dando vuelta los tonos, como en el negativo de una foto. Y esto es porque, aún después de la caída, el hombre es imagen y semejanza de Dios (Genésis 9.6). Una imagen distorcionada, trizada, manchada... ¡pero no deshecha! Pero a nosotros nos incomoda pensar esto acerca de los que nos persiguen u obstaculizan en el avance del evangelio. Preferimos pensar que "huelen a azufre" (léase esto último en tono venezolano) y que sólo anhelan el mal, conscientemente, con un espíritu cruel y despiadado. Por eso nos molestan las películas como "La Caída", donde Hitler parece tan humano, donde no es un demonio, sino un tipo atormentado y confuso. No debemos olvidar que el salmo 14, que tanto habla acerca de la corrupción humana y que Pablo cita en Romanos 3, comienza diciendo que estos hombres no son "malos" o "crueles", sino "necios" (Salmo 14.1). ¡Son necios! Por eso niegan a Dios y al negar a Dios se hacen ineptos y caen en la idolatría y en la inmoralidad; al final de la cadena, como un resultado de su imbecilidad, se tornan crueles, implacables y malvados como nos muestra el ciclo descrito en Romanos 1.18-32 (¡ojo! No estoy afirmando que no son responsables... ¡son necios! y, bíblicamente, el necio es plenamente responsable por su necedad). Por eso, esa maldad de dibujo animado, nos tranquiliza, pues en esa lógica podemos pensar que somos de los buenos y que los que se oponen a nosotros, son de los malos. Pero no es así, ellos también quieren ser felices y buscan algo a que aferrarse y de muchas y variadas maneras sinceras creen que le están haciendo un bien a la humanidad al actuar de una forma determinada. Saulo creía que la estaba haciendo de oro consintiendo en la muerte de Esteban, ¡lo hizo en nombre de Dios! ¡Del Dios de Abraham, Isaac y Jacob! Pero la gracia lo alcanzó y, cegándole, le abrió los ojos. ¿No es simplemente eso lo que nos separa de los inquisidores, de Hitler, de María la Sanguinaria o de los asesinos de la noche de San Bartolomé? La gracia de Dios nos alcanzó en el camino. Sin la gracia especial de Dios, todos somos iguales: seres humanos, imagen y semejanza de Dios, pero imagen y semejanza torcida, que gracias a la gracia común de Dios aún amaríamos algo, creeríamos en algo y guardaríamos algún tipo de esperanza... sólo que en la dirección equivocada.
Concluyendo, quisiera decir que me gusta la imagen del anticristo que presenta C. S. Lewis en el libro "La Batalla Final" (Crónicas de Narnia n° 7): un mono patán y pillo, que encuentra por casualidad la piel de un león muerto y se viste con ella, haciéndose pasar por Aslan para ganar algún lucro para sí. Así llega el final de los tiempos en Narnia... no creo que será muy distinto en nuestro mundo. La imagen de Demian de "La Profecía" nos fascina, porque nos hace pensar que no somos tan malos comparados con él y, más encima, que las facultades intelectuales del ser humano se mantienen intactas después de la caída. Nos fascinan las conspiraciones, nuestro corazón se deleita en ellas y creo saber por qué: porque "engañoso es el corazón más que todas las cosas" (Jeremías 17.9).
Creo que existen las conspiraciones, y que han habido muchas en la historia y que las seguirá habiendo... pero jamás a ese nivel que tantos - sobreestimando el intelecto del hombre pecador y, al mismo tiempo, subestimando la imagen y semejanza de Dios en las emociones y voluntad - imaginan.
A veces, la línea que distingue entre la vigilancia constante y la paranoia obsesiva puede ser tenue.

2 comments:

Anonymous said...

Copiando la mirada cinéfila del pastor Muñoz, me atrevo a comentar su post haciendo referencia al notable director y productor de cine Steven Spielberg por la creación de dos antihéroes maravillosos: Pinky y Cerebro. Como hemos visto, Cerebro siempre está planeando el plan perfecto para conquistar el mundo, pero siempre falla. Una de dos, o no existe la planificación perfecta, o el mundo es inconquistable para estos dos ratoncitos. Me quedo con las dos opciones.

El dilema planteado por Spielberg es genial. Primero, la idea de que una asociación entre dos o más personas, por más influyentes que sean, determinen inalterablemente el curso de los acontecimientos de acuerdo a un plan propio previamente trazado, es una falacia: o el “azar”, o la contingencia, u otro poder en contra, son capaces por sí solos de frustrarlo. “¡Hagámonos una torre…!”, se propusieron en Babel; y a pesar de que el texto señala que Dios vio su tremenda determinación (pues “nada” los haría cambiar de opinión… “nada” equivale a casi nada…), no por eso concluyeron exitosamente su empresa. No contaban con que algo podía suceder. Segundo, la distancia entre la creación y las criaturas es abismante. Es más que significativo que el personaje Cerebro sea un mísero roedor… la alegoría es clara. Si se espera que las criaturas logren sus expectativas megalómanas en base al ingenio, no conocemos a las criaturas, ni el alcance del ingenio, tal como bien apunta el pastor Jonathan Muñoz. El dilema planteado entonces conduce a un solo camino: la imposibilidad debido a la precariedad de recursos del hombre natural.

Quiero expresar mi pesar por la visión esquizoide de cierto sector evangélico que, inspirado en ideas conspirativas de índole maniquea (dualista), pretenden sacar a luz supuestas confabulaciones o complots políticos y/o económicos, artísticos, filosóficos, etc., de hombres guiados por satanás y sus demonios. Esta obviedad se torna molesta cuando los planteamientos son dualistas, casi como si la seguridad interna del reino de los cielos estuviera críticamente en juego. Y refiero el calificativo esquizoide pues a pesar de que los cristianos sabemos que el mundo está puesto bajo el maligno, y que los incrédulos hacen la voluntad de la carne y de sus pensamientos, y por ende son esclavos de satanás, de ahí a que el diablo tenga una sucursal terrena con sede por ejemplo en la masonería es medio esquizofrénico. Es decir no es que la base del planteamiento sea en sí esquizoide, sino que la elaboración de una meta-realidad tan alambicada (e improbable) que se entrelaza con el ámbito humano sugiere que la teoría misma está "sicosiada"... Me parece que la explicación no es razonable ni coherente si lo que se persigue demostrar es más que una simple conspiración para ciertos delitos, o fines perversos, pues no existe alguna coherencia mínima que revele alguna totalidad.

Me explico. La coherencia debe darse por hacer razonables y posibles todos los aspectos por separados en unión con el todo. Si por ejemplo de la mano de Lucifer (Bafomet en lenguaje masónico) los masones conspiran para controlar TODA la economía y la política planetaria, desde la ilustración hasta el advenimiento del anticristo, las coherencias se caen porque un análisis somero de la historia demuestra que hay muchos y muy complejos intereses nacionales, regionales o imperiales que hacen de la interacción entre ellos algo realmente improbable a la hora de ver alguna mano u organización humana específica conspirando secretamente en el devenir. Y más aún, que sea capaz de permearlo todo. Esto se hace manifiesto cuando notamos que se excluye la participación de los egipcios, los hindúes, los chinos, los turcos otomanos, los mongoles, los nipones, los aztecas y los mayas, etc., de los cuales ni se hace mención a la hora de la supuesta conspiración planetaria.

Si descartamos a la tracalada de burros y tontones que componen las instituciones y asociaciones de seres humanos, y aceptamos que una élite u oligarquía sofisticada de ellas sea la que realmente opera complotando contra el orden mundial, esto sería real y factible sólo en la medida en que sea por instrumentalización de las huestes celestiales malignas y, SÍ Y SÓLO SÍ, obedece a la consecución del plan del Dios único, del Sólo Soberano Rey del universo, el cual de antemano estaba trazado. Empero, no debiéramos pretender denunciar (ni conocer siquiera) las maquinaciones espirituales de los seres malignos, no sólo por lo indeseable y hasta repugnante que esto resulta, sino también por lo inútil. Ya difícil se nos torna en este siglo el conocer (y dar a conocer) a Dios en la persona de Jesús, como para gastar “balas en jotes”.

Suscribo totalmente una frase del pastor Muñoz: el mal no tiene capacidad creadora, sólo sabe destruir lo que Dios ha creado.


ANDRÉS MOREIRA VALDERRAMA.

Anonymous said...

Copiando la mirada cinéfila del pastor Muñoz, me atrevo a comentar su post haciendo referencia al notable director y productor de cine Steven Spielberg por la creación de dos antihéroes maravillosos: Pinky y Cerebro. Como hemos visto, Cerebro siempre está planeando el plan perfecto para conquistar el mundo, pero siempre falla. Una de dos, o no existe la planificación perfecta, o el mundo es inconquistable para estos dos ratoncitos. Me quedo con las dos opciones.

El dilema planteado por Spielberg es genial. Primero, la idea de que una asociación entre dos o más personas, por más influyentes que sean, determinen inalterablemente el curso de los acontecimientos de acuerdo a un plan propio previamente trazado, es una falacia: o el “azar”, o la contingencia, u otro poder en contra, son capaces por sí solos de frustrarlo. “¡Hagámonos una torre…!”, se propusieron en Babel; y a pesar de que el texto señala que Dios vio su tremenda determinación (pues “nada” los haría cambiar de opinión… “nada” equivale a casi nada…), no por eso concluyeron exitosamente su empresa. No contaban con que algo podía suceder. Segundo, la distancia entre la creación y las criaturas es abismante. Es más que significativo que el personaje Cerebro sea un mísero roedor… la alegoría es clara. Si se espera que las criaturas logren sus expectativas megalómanas en base al ingenio, no conocemos a las criaturas, ni el alcance del ingenio, tal como bien apunta el pastor Jonathan Muñoz. El dilema planteado entonces conduce a un solo camino: la imposibilidad debido a la precariedad de recursos del hombre natural.

Quiero expresar mi pesar por la visión esquizoide de cierto sector evangélico que, inspirado en ideas conspirativas de índole maniquea (dualista), pretenden sacar a luz supuestas confabulaciones o complots políticos y/o económicos, artísticos, filosóficos, etc., de hombres guiados por satanás y sus demonios. Esta obviedad se torna molesta cuando los planteamientos son dualistas, casi como si la seguridad interna del reino de los cielos estuviera críticamente en juego. Y refiero el calificativo esquizoide pues a pesar de que los cristianos sabemos que el mundo está puesto bajo el maligno, y que los incrédulos hacen la voluntad de la carne y de sus pensamientos, y por ende son esclavos de satanás, de ahí a que el diablo tenga una sucursal terrena con sede por ejemplo en la masonería es medio esquizofrénico. Es decir no es que la base del planteamiento sea en sí esquizoide, sino que la elaboración de una meta-realidad tan alambicada (e improbable) que se entrelaza con el ámbito humano sugiere que la teoría misma está "sicosiada"... Me parece que la explicación no es razonable ni coherente si lo que se persigue demostrar es más que una simple conspiración para ciertos delitos, o fines perversos, pues no existe alguna coherencia mínima que revele alguna totalidad.

Me explico. La coherencia debe darse por hacer razonables y posibles todos los aspectos por separados en unión con el todo. Si por ejemplo de la mano de Lucifer (Bafomet en lenguaje masónico) los masones conspiran para controlar TODA la economía y la política planetaria, desde la ilustración hasta el advenimiento del anticristo, las coherencias se caen porque un análisis somero de la historia demuestra que hay muchos y muy complejos intereses nacionales, regionales o imperiales que hacen de la interacción entre ellos algo realmente improbable a la hora de ver alguna mano u organización humana específica conspirando secretamente en el devenir. Y más aún, que sea capaz de permearlo todo. Esto se hace manifiesto cuando notamos que se excluye la participación de los egipcios, los hindúes, los chinos, los turcos otomanos, los mongoles, los nipones, los aztecas y los mayas, etc., de los cuales ni se hace mención a la hora de la supuesta conspiración planetaria.

Si descartamos a la tracalada de burros y tontones que componen las instituciones y asociaciones de seres humanos, y aceptamos que una élite u oligarquía sofisticada de ellas sea la que realmente opera complotando contra el orden mundial, esto sería real y factible sólo en la medida en que sea por instrumentalización de las huestes celestiales malignas y, SÍ Y SÓLO SÍ, obedece a la consecución del plan del Dios único, del Sólo Soberano Rey del universo, el cual de antemano estaba trazado. Empero, no debiéramos pretender denunciar (ni conocer siquiera) las maquinaciones espirituales de los seres malignos, no sólo por lo indeseable y hasta repugnante que esto resulta, sino también por lo inútil. Ya difícil se nos torna en este siglo el conocer (y dar a conocer) a Dios en la persona de Jesús, como para gastar “balas en jotes”.

Suscribo totalmente una frase del pastor Muñoz: el mal no tiene capacidad creadora, sólo sabe destruir lo que Dios ha creado.


ANDRÉS MOREIRA VALDERRAMA.