Tuesday, December 12, 2006

ADIÓS GENERAL...


Se ha ido el General Augusto José Ramón. ¿Qué se puede decir en una hora como esta? Podríamos hablar acerca del simbolismo de que haya muerto el día internacional de los derechos humanos o acerca del hecho de que se haya muerto sin haber sido juzgado. No quiero ahondar en estos temas. Creo mucho más pertinente y ad-hoc al propósito de este blog exponer algunos principios que, a partir de una visión reformada, se pueden aplicar de distintas maneras en las opiniones de los chilenos.

1. El Perdón: “Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.” (Mt 5. 43-48) Creo totalmente inadecuado y ajeno al espíritu cristiano guardar rencores o tener manifestaciones de odio hacia el General Pinochet. Sobre todo aquellos creyentes que tienen razones para considerarle un criminal (y me cuento entre ellos), debemos recordar que los criminales DEBEN ser objeto del perdón de los creyentes, incluso cuando estos últimos son la víctimas directas de sus abusos. La fórmula bíblica es sencilla: no hay espacio para el odio, el rencor ni la venganza. Hace un par de años encontraron muerto a cuchilladas, lanzado en un estero, al hijo de una fiel hermana viuda de mi iglesia. ¿Su primera reacción? Con lágrimas de dolor ella exclamó: “¿Dónde estarán las personas que hicieron esto para hablarles del Señor? Esas personas deben necesitar mucho de Cristo, necesito hablarles del Evangelio. ¡Cuánta miseria debe haber en sus corazones para haber realizado un acto tan cruel! Sólo Cristo puede librarles de esa miseria y mi deber es hablarles de Él”. Como bien dice Schaeffer en “Verdadera Espiritualidad”, hay diversas formas de venganza y odio y una de ellas es alegrarme con la desgracia ajena. Salir a celebrar la muerte del General es un acto reprochable por donde se le mire, si mi presuposición básica es que la Biblia es la Palabra de Dios.

2. La Justificación por la Fe: ¿No somos nosotros también criminales que aún mereciendo la muerte, Dios envió a su Hijo para darnos perdón? ¿Pero cómo ocurrió el perdón de Dios? En el carácter perfecto, soberano, omnipotente y único de Dios, el amor y la justicia se besaron a través de la Justificación por la Fe. Dios realizó el acto de justicia necesario, castigando los pecados. “Perdón”, desde el punto de vista de Dios, implica Justicia y Amor unidos. La salvación es gratuita para nosotros, pero a Dios le costó muy cara. Dios no pasó por alto simplemente los pecados, haciendo como que nunca ocurrieron, sino que los tomó y los castigó en su justicia, pero los castigó en Cristo no en nosotros. Guardando las debidas proporciones, nosotros también debemos entender que, aunque no tengamos la soberanía y omnipotencia de Dios para conjugar de manera tan perfecta la justicia y el amor, sin embargo aún así es nuestro deber buscar tanto el amor como la justicia: debemos perdonar “como Dios nos perdonó a nosotros en Cristo” (Ef 4.32). No hay que confundir las cosas. Un criminal puede entrar a mi casa, robarme todo y golpearme a mí y a mi familia. Como creyente mi deber es perdonarle, pero eso no significa que no vaya a los tribunales a demandar justicia, no motivado por el odio, sino por mi celo por la gloria de Dios. Quiero una sociedad justa, que castigue a los delincuentes de todas las especies, precisamente porque una sociedad justa contribuye a la mayor gloria de Dios en el mundo. Pero también debo anhelar que los delincuentes conozcan a Cristo y puedan tener el perdón de Dios y tener nueva vida… jamás debo anhelar el infierno para nadie, precisamente porque no lo quiero para mí, aunque me lo merezco. Ambas cosas, perdón y justicia, no se contradicen en nada.

3. La Tiranía es Pecado y es Contraria al Espíritu Reformado: No importa qué tipo de tiranía sea. De derecha o de izquierda son igualmente condenables. Y aquí quiero aclarar una cosa, nuevamente: ¡Dejemos de una buena vez la ingenua y estúpida visión que oponerse al General Pinochet es ser de izquierda! Aborrezco el marxismo en todas sus formas, espesas (leninismo, maoísmo, etc.) y “aguachentadas” (concertacionismo, tercera vía, etc.), pero aborrezco también las tiranías de cualquier color político y así como me vino una mezcla de sentimientos encontrados con la muerte de Pinochet, porque se hizo la voluntad soberana de Dios, pero no hubo los juicios correspondientes, sé que tendré la misma mezcla de sentimientos con la muerte del dictador Fidel Castro, quien probablemente también se irá sin ser juzgado ¡y en una impunidad aún mayor! Es tirano un gobierno que, tomándose el poder de manera ilegítima, persigue, tortura y ordena la muerte y el ostracismo de aquellos que se le oponen. Hitler, Stalin, Castro, Mao y Pinochet son ejemplos claros de tiranos. Entre los Hugonotes franceses del siglo XVI, además de la Biblia, los libros más leídos eran la “Institución” de Calvino y “Contra el Tirano”, de autor desconocido. Cuando el apóstol Juan estaba exiliado en la isla de Patmos, su mayor angustia era claramente, como podemos ver en el libro del Apocalipsis, la existencia de la tiranía de Nerón ¿y su mayor esperanza? El regreso de Cristo para terminar con todas la tiranías. “He aquí yo vengo pronto” dice Jesús en el Apocalipsis y la respuesta de Juan fue casi un grito desesperado: “¡Amén! Sí, ven Señor Jesús” (Ap 22.20). Las tiranías son aborrecibles bíblicamente y en la tradición reformada por la sencilla razón de que ellas son la manifestación de la ausencia de autoridad verdadera. Cuando no hay una base teórica absoluta que determine qué es verdad y justicia para el ejercicio de la autoridad, entonces los gobiernos (incluso democráticos) comienzan a volverse tiranos, pues no ven otra forma de mantener el orden y evitar el caos anarquista. Cuando hay temor de Dios en las sociedades y este temor de Dios empapa todas las estructuras sociales y culturales, deja de haber motivo para la tiranía, pues el orden y la paz se hacen patentes porque hay una base teórica que da un parámetro absoluto de verdad y justicia: la Palabra de Dios. “Lex Rex” dijeron los juristas británicos del siglo XVII (gran parte de ellos calvinistas), queriendo decir con esto que la Ley debía estar sobre todos, incluso sobre el gobernante, pero ellos argumentaron que para ser así debería haber un parámetro de bueno y malo absoluto, el cual no podía ser otro sino la Palabra de Dios. Hay una pintura en Suiza que muestra esto: los juristas, jueces y abogados están mirando atenta y ansiosamente a la Justicia, que es una dama con una balanza en una mano y una espada en la otra, pero en esa pintura ella no es ciega, sino que está mirando todo y su espada no apunta hacia arriba, sino hacia un libro que dice la “Ley de Dios”. Abandonemos la Palabra de Dios, como nos invita a hacer el humanismo liberal y el marxismo, y caeremos en algún tipo de tiranía, que puede ser tanto la tiranía pragmática y tecnocrática del liberalismo como la tiranía humanista y sanguinaria del marxismo. Sin el parámetro absoluto del temor de Dios en la Palabra, incluso estados aparentemente democráticos comenzarán a ingerir en asuntos de familia y de conciencia: tomarán a nuestros hijos para educarlos (a tiempo completo en las escuelas) según sus valores de estado, prohibirán las escuelas confesionales, tomarán a nuestras hijas en los consultorios para orientarlas acerca de su vida sexual sin importarse acerca de los valores que los padres podamos tener e incluso nos prohibirán orar y “hablar de religión” en lugares públicos, pero nos exigirán que rindamos honores a estatuas y banderas.

Si hemos tenido tiranías, la razón para mí es sencilla: no hemos proclamado con suficiente fuerza los absolutos de la Palabra de Dios en las estructuras políticas, sociales y culturales. No perdamos tiempo, antes que una nueva ola de tiranías (de izquierda o derecha, no importa) inunde el mundo una vez más, como lo hizo en pleno siglo XX.

6 comments:

Anonymous said...

Jonathan, ha sido muy edificante visitar tu blog. Me he tomado el tiempo para dedicarme a leer con tranquilidad los escritos, y una vez más me siento desafiado por tu agudeza y profundidad en los diferentes temas.
Con respecto al General Pinochet, coincido contigo y solo añadiendo lo que tu ya bien explicaste.
El domingo cuando nos enteramos con un grupo de personas, no pude evitar sentirme triste al ver la reacción de algunos de ellos. Porque claramente se vio el "ancho para mi, angosto pra ti". No nos podemos alegrar con la muerte de una persona, ni mucho menos con su castigo eterno, pues de eso mismo el Señor nos ha librado con su perdón. Chile, hoy, es desafiado por Dios a pensar en Su obra de justicia y amor como bien tu nos hiciste pensar.

Muchas gracias por dejarnos leer tus pensamientos...

Con aprecio...

Tu amigo...

Caleb

Márcio said...

Jonathan,

Parabéns por tão cuidadosa análise. Aguardava algo exatamente assim. Tom de sobriedade, mas, acima de tudo, a acuidade de alguém que não separa sua ponderação dos pressupostos de sua convicção religiosa, bíblica-reformada.

Pois não basta apenas se posicionar deste ou daquele lado (pró ou contra o general). Não basta envolver-se politica e ideologicamente. Há algo mais importante e vital que isso: redimir cada área da vida e subordiná-la ao senhorio absoluto de Cristo.

Reconhecer nossa miopia, pra não dizer quase cegueira, reconhecer nossa insuficiência, deixar de tatear. Colocar então as LENTES corretoras de Deus.

Pois imagino que não são poucos os cristãos divididos nesse momento tão nacional e singular na história recente de seu país.

A bem da verdade, o mais inquietante é que a velha divisão em dois pavimentos tem imperado. Somos os mais ortodoxos no domingo, com as "coisas de Deus", com o seu serviço, e nos esquecemos de que boa parte de nosso CHAMADO diz respeito muito mais ao tempo que passamos fora da igreja...

Como diz a Sra. Pearcey, precisamos libertar o cristianismo de seu cativeiro cultural. Ela lembra algo que disse a brilhante D. Sayers: não quero uma religião que não me diz como devo passar a maior parte do meu tempo; uma religião que não me diz como devo me portar no trabalho e outras áreas da vida.

Louvo a Deus pelo fato Dele ainda conservar pessoas como você, ministros engajados com uma espiritualidade integral, não apenas domingueira. Esse é o nosso chamado: sermos profetas, sacerdotes e reis na presente e corturbada época.

Anonymous said...

Otra vez: totalmente de acuerdo. Adhiero y suscribo cada uno de los puntos expuestos por el pastor Muñoz. No sólo por mi naturaleza cristiana reformada, sino porque también tengo muy buenas razones para considerar como criminal al extinto general en retiro. No obstante lo que piense yo al respecto, la fuerza de los hechos conocidos es mayor incluso que cualquier consideración subjetiva de nuestra parte. Tal cual la sangre de Abel el justo clamaba desde la tierra, un verdadero clamor coral de una multitud no menor da cuenta de haber padecido un juicio, más que draconiano, execrable.

“No os venguéis vosotros mismos…”, nos reclama sin embargo el Espíritu por medio de la Palabra de Verdad. Y ahí estamos, conmovidos por la realidad y sujetados a la Palabra Santa. Pero esto no obsta, como señala nuestro amado pastor, que nos crucemos de brazos cual fatalista determinista: hay un campo de acción. Pero acción de amor, de perdón y misericordia, de acercar aquel vaso de agua que amontona ascuas del fuego de la ira de Dios… Cuando no nos tomamos la justicia por nuestras propias manos nos hacemos un gran favor a nosotros mismos, pues nuestra capacidad de juicio es limitada, pobre, contaminada e insuficiente, de tal modo que no retribuye, no da el pago en la medida que se requiere. Ni aún la pena capital, que sólo quita la vida, pero no tiene eficacia en la pena eterna. Con esto no estoy diciendo que los magistrados civiles no lleven la espada del justo juicio terrenal, sólo asevero que aquella espada no es eficaz (ni siquiera necesaria) que la llevemos nosotros, sino aquellos designados por la soberana distribución divina. La verdadera retribución, el día de la ira, no es de aquí, no es de ahora, debemos recordar. Y: “juicio sin misericordia se hará con el que haga juicio sin misericordia”. El justo juicio para juzgar al tirano es, a mi modesto modo de ver, el de la historia.

Y vuelvo a decir: queda algo por hacer. Quizás la parte más difícil, pues el perdón y la misericordia se sobrepone a la indignación y al deseo de vengarse. Para amar al punto de rogar por los que nos persiguen, hay que poseer un temple que ni aun la más templada de las espadas posee, a saber, el del Espíritu. Eso es más poderoso que la torpe y visceral venganza humana, que se rige sólo por el talión bíblico (ojo por ojo…), ante lo cual Jesús sentencia: “pero yo os digo… amad, bendecid, orad…”. Nuestro Señor nos asegura que en el mundo tendremos aflicción, y que aún a pesar de ella somos bienaventurados. El apóstol dice que los que quieran vivir piadosamente serán perseguidos, y la Escritura toda está repleta de advertencias de este tenor. Quizás el tirano está puesto para la puesta en acción de la piedad, para el ejercicio del amor y la misericordia, me parece. O sea que en algún sentido debiéramos estar agradecidos del General… qué paradoja, ¿no? Bueno, no, agradecidos del Señor de las circunstancias…

Pastor Muñoz, nuevamente, estamos en total concordancia. Es más, “vibramos en la misma frecuencia”, “tomamos del mismo mate”, “estamos en la misma micro”.

Adiós General…. Que Dios tenga de usted misericordia en aquel día…


ANDRÉS MOREIRA VALDERRAMA

Patricio said...

Hola Pastor:
dentro de mi ignorancia teologica.. me pareció impecable tu comentario, de hecho te lo comenté personalmente.
Sin embargo hay ciertos juicios con los que no concuerdo, que son justamente los presupuestos no teológicos en los que partes.
1° La consideración, por cierto "subjetiva" que tu mismo reconoces, del ex pdte Pinochet, como "criminal". Dada mi formación jurídica (o deformación) esa palabra es muy grave, por lo menos por un motivo: Para que alguién sea considerado criminal, es menester que exista una sentencia que lo acredite como tal, la que no existe, sea por lentitud o ineficacia de los tribunales, da lo mismo, y entendiendo que tu partes de presupuestos calvinistas, pero notoria e indiscutiblemente "aggiornados" por los valores de la modernidad (democracia, libertad, debido proceso, etc) debes coincidir conmigo en la necesidad imperiosa de reconocer como fundamento político intransable -de orígen calvinista por lo demás- el principio de inocencia, y defenderlo a ultranza. Pero me quedo tranquilo, por tus propias palabras, en el sentido de que notoriamente tu reflexión, tu "speculo", como lo es por definición, es personal, parte de tí mismo, y sin duda, tu artículo, tiene la particularidad de tocar fibras de gente que como yo, en política "No toma del mismo mate, ni va en la misma micro".
2° LA consideración que haces respécto las Tiranías, como pecado y contraria la espíritu reformado, respecto la cual en elmás completo e integral acuerdo, de hecho, tu consideración no es sólo teológicamente calvinista, sino también políticamente calvinista, al respecto es interesante leer a George Sabine cuando se refiere a la influencia reformada en la Historia de la Política. Sin embargo, me parece que un poco liviano tu consideración del regimen militar como tiranía.
Conozco tu impecable formación humanista, de hecho con pocas personas he aprendido tanto, como de ti, no solo de teología, sino también de filosofía, como olvidar esas conversaciones contigo antes de tu estadía en JMC, y por lo mismo creo que era necesario señalar por que consideras el regimen militar como tiranía... el cual es un vocablo bien definido por la teoría política y también teológica... nuestro hermano John Knox tiene mucho que enseñarnos al respecto. De hecho, hay que reconocer que su orígen, griego por lo demás, no tiene la connotación negativa que hoy tiene, si no por decir lo menos, era neutra, casi descriptiva. Señalas textual: "Es tirano un gobierno que, tomándose el poder de manera ilegítima, persigue, tortura y ordena la muerte y el ostracismo de aquellos que se le oponen. Hitler, Stalin, Castro, Mao y Pinochet son ejemplos claros de tiranos", con todo respeto, no me parece feliz tu definición, de hecho, tampoco es teologicamente pura, nuevamente traigo a colación a John Knox y su "impasse" con la Reina MArgarita de Escocia. De hecho, en estricto derecho, nunca la "Ilegitimidad" en la toma del poder, puede ser considerado como hecho fundador de una tiranía, (además, ¿que es tomar "ilegitimamente el poder"? no hay acuerdo al respecto... hay solo paradigmas) sino que el hecho fundante de una "Ilegitimidad" de origen, es siempre el fin de la toma del poder. Saludable me parece recordar que Hitler, Stalin, Castro y Mao, no entregaron el poder. No así el general, que desde que entregó el mismo, dejó de estar dentro de esa lista que mencionas.
Además, en estricto derecho, con tu definición, (por eso digo que es errada) podriamos incluso señalar, de un punto de vista estrictamente político - jurídico que el reinado de David, puede ser considerado una tiranía (además de que también podemos decir que cometió delitos, por los que no fue juzgado en el orden temporal) al igual que el gobierno de nuestro hermano Cromwell (quien decapitó un Rey) y tantos otros.
En definitiva, me he permitido este espacio, para discutir... fraternalmente contigo, algunos puntos ciegos que he percibido, aunque en un ámbito jurídico político (que es mi especialidad) de tu aporte, reitero, teológicamente impecable (la cual es tu especialidad)
Lo importante, y más conmovedor de todo lo que escribes, es la excelente exposición acerca de la gracia de Dios, por lo que no obstante, no pensar igual en ciertos ámbitos, mirando reflejos distintos en nuestras "speculas y "especulativas" reflexiones), nos llamamos hermanos, rescatados por la sangre preciosa de Cristo. Por último, recuerdo una frase del poeta Max Lucado, que recordando al "Ladrón" que se arrepíente en la cruz, dice algo como, "en las calles de oro del paraíso, hoy caminan criminales y renegados", por que sólo así, puedo proyectarme, como uno más de aquellos criminales, que con las manos en los bolsillos (si es que los tienen las túnicas de lino que nos aguardan), caminarán por las calles de oro de la nueva Jerusalén, sin sorprendernos de encontrarnos en las esquinas con tiranos, criminales, víctimas y victimarios, de tantas crueldades, físicas y morales, en la misma situación de gracia que nosotros.
Soli Deo Gloria

Anonymous said...

Si crimen se entiende como la acción voluntaria de matar o de herir gravemente a alguien, existen en los diversos procesos a los cuales el General Pinochet estuvo sometido presuposiciones fundadas respecto de la participación al menos por la jerarquía de mando institucional (por lo demás, es también la tesis del Gral. Contreras). Es evidente para cualquier lego en derecho, como yo, que incluso cuando se recurrió a la idea de la guerra interna no se respetaron los convenios internacionales suscritos antes y con posterioridad, de tal modo que no hubo respeto mínimo ni por debidos procesos de guerra, ni por tratos mínimos a los prisioneros, etc. Ni el informe Rettig ni el informe de la comisión Valech se sustentarían si acaso las “presuposiciones fundadas” no tuviesen su base en la realidad misma.
No siendo conocedor de derecho penal, sin embargo, me parece de toda lógica e insoslayable necesidad de que deba considerarse como crimen aquel que se ejecutó, y aún cuando no existan sentencias acusatorias. Por ejemplo, en los casos de crímenes sin resolver, aquella persona muerta con cincuenta balazos o fue víctima de un crimen o bien se trata de un suicidio muy por fuera de las posibilidades humanas. Que en el caso del joven Matute Johns no existan condenados, sí existen culpables, autores de un crimen sin resolver.

Para no derivar el asunto en un debate semántico, y mucho menos jurídico, me basta sugerir que nos atengamos al sentido común, a lo que en la escala del conocimiento del bien y del mal nosotros los ciudadanos chilenos entendemos es un hecho a esta altura indiscutible: hubo violación flagrante (i.e. “de tal evidencia que no necesita pruebas”) de los derechos humanos de una gran cantidad de otros ciudadanos chilenos. NADIE discute aquello. Pues bien, en la verticalidad del mando y por ende en la responsabilidad funcionaria militar, en mayor o menor grado, radica el asunto.

Ya que se recurre a los crímenes cometidos en las Escrituras, recordemos que David, en calidad de Rey, cometió un crimen aunque él no fuese el autor material. Sin embargo, el Salmo 51 nos recuerda que Dios acoge al arrepentido, al corazón contrito y humillado, que se arrepiente y confiesa su pecado. No es el caso de los torturadores y asesinos de nuestros compatriotas, salvo alguna excepción que conocemos.

Los informes de derechos humanos, como también los informes Rettig y Valech, dan cuenta de algo que no puede ser eludido: HUBO APREMIOS ILEGÍTIMOS, torturas, desapariciones, asesinatos.

En un mandato como el de la Junta Militar de gobierno, con los poderes del estado suprimidos y en el que se tenía un control total del sistema de gobierno, de orden y seguridad, ¿se puede decir que no hubo una sistematización en la eliminación del así llamado “enemigo interno”? Los hechos dan cuenta de que esto fue una fatal realidad.

Si Rettig y Valech son informes que contienen elementos (no presuposiciones, sino componentes) testimoniales verdaderos, entonces hubo crímenes. Y autores materiales de esos crímenes. Y autores intelectuales de esos crímenes. Y sistemas planificados y organizados para cometer esos crímenes.

Me parece que la actitud del General Pinochet de “dejar caer” a los subordinados es, usando un eufemismo, al menos “poco noble”, ¿no?

Por todo lo anterior, mi convicción, sin ser una presuposición como acto jurídico de imputación de delito, claro está, se basa en que hay muy buenas razones para considerar como criminal al general Pinochet, sin que éstas sean meras especulaciones en tanto elucubraciones o hipótesis sin base real, pues los informes de derechos humanos antes citados son base real y confiable de los tristes sucesos de persecución política del Chile del régimen militar.

ANDRÉS MOREIRA VALDERRAMA (el de la micro y el mate)

Fabio said...

Rev. Jonathan,

Te felicito por los comentarios inteligentes, sobrios y reformados sobre este delicado tema.
Bendiciones,

Rev. Fabio