Este lunes recién pasado (8 de junio de 2009), el programa “En la mira” de Chilevisión, transmitió un interesante reportaje sobre los inescrupulosos que lucran con la fe (yo diría más bien con la “credulidad”) de las personas. En tres grandes secciones, el programa presentó las prácticas de lucro de la secta “Iglesia Universal del Reino de Dios”, también conocida por su lema “Pare de sufrir”; luego presentó las enseñanzas de la secta colombiana “Creciendo en Gracia” o “Reino de Dios en la tierra”, liderada por el que se hace llamar “Jesucristo hombre”, el señor José Luis de Jesús Miranda; finalmente presentó una secta de poca monta de la comuna de Independencia en la cual su supuesta profetiza y sanadora, cobra por sus servicios de sanación.
Un poco preocupado, debo reconocerlo, vi el aviso en el diario el domingo e hice un esfuerzo por llegar antes a casa, comer algo y sentarme tranquilo a ver el programa. Estaba preocupado porque clásicamente en Chile este tipo de programas se prestan para las generalizaciones más injustas – propias de la mentalidad católica-romana que permea nuestra cultura –, sobre todo hacia lo que es el sector de las iglesias evangélicas. Al final, sin decirlo explícitamente y gracias a un análisis superficial, estos programas terminan poniendo a los evangélicos en el mismo saco de las sectas más execrables. De hecho, en el abordaje típico de estos reportajes, supuestamente objetivos, comienzan criticando el hecho en sí mismo de que los pastores ganen dinero (porque en la mentalidad romana tomista donde el mundo ha sido dividido en naturaleza y gracia, los pastores desempeñan un oficio del ámbito de la gracia, no de la naturaleza), luego el diezmo (ya que en la mentalidad católica-romana no-bíblica el 1% es suficiente), luego son cuestionados la validez de los títulos de pastor o si estudiaron en alguna facultad para ejercer (lo cual es curiosamente contradictorio con la crítica hacia el hecho de que los pastores tengan una remuneración por su trabajo pastoral, ya que los títulos deberían ser considerados del ámbito de la naturaleza, no de la gracia, pero en fin… así es el periodismo chileno) y, finalmente, todos los evangélicos son catalogados dentro de la misma bolsa de gatos. Un síntoma claro de esto es la curiosa expresión que muchos diarios aún utilizan: “la Iglesia Evangélica declaró…”, negando así totalmente la diversidad denominacional propia del movimiento evangélico.
Me sorprendí gratamente, sin embargo, al ver que, sobre todo en el primer bloque en el que hablaban sobre la “Universal”, se preocuparon de marcar bien la diferencia entre estos fraudulentos pastores y los evangélicos sinceros. Entrevistaron incluso a un sociólogo evangélico, el mismo de siempre (Humberto Lagos ¿quién más?), pero no importa. Y mostraron a otros pastores que confrontaron directamente a la secta del “Pare de sufrir”, algunos de dudosa reputación, como el líder de los “valientes de David”, pero igual está bien… algo es algo y, por lo menos quedó claro que la “Universal” es tan despreciada por los evangélicos que aún piensan como lo es por otros sectores pensantes de la sociedad. En un momento incluso, el reportaje se puso peligrosamente al filo del anti-romanismo, sobre todo cuando comenzó a acusar prácticas tales como “mantos sagrados”, “caminos de la sal”, venta de aceite del Monte de los Olivos, ventas de pedazos de la cruz, etc. Todas estas, prácticas aprendidas del mejor catolicismo-romano medieval. Incluso fue buenísimo cuando el infame Obispo Robston de la “Universal”, arguyó astutamente que por qué ellos no podían tener autos que les pasara la iglesia, “¿o acaso los curas andan a pata?” y en esto sin duda él tenía toda la razón (“toda verdad es verdad de Dios” diría Calvino, aunque venga del más impío de los hombres), ¿o acaso es pecado que un clérigo tenga un departamento en Las Condes? ¿O que salga a almorzar a un buen restaurant después del culto dominical? Los calvinistas, que no vemos el mundo dividido en estúpidos dualismos, sabemos que no hay nada de malo en eso en sí. Lo malo es obtener el sustento a través de mentiras, engaños y manipulaciones de masas ignorantes y, creo que eso era lo que quería apuntar el programa “En la mira” en este bloque.
Hasta aquí iba bien el programa, sin embargo yo (que agradezco a Dios el don de la nariz larga) sentía algo con mal olor en el programa y no podía identificar qué era… algo hedía a cura, a romanismo cultural, a mentalidad medieval… cuando comenzó el segundo bloque comenzó a hacérseme más claro el tema: Hablaron sobre el chiste ambulante José Luis de Jesús Miranda. El homúnculo más ridículo de los auto-proclamados apóstoles y cristos. Algo había oído acerca de él y sus seguidores que se tatúan el 666 en los brazos. Traté de leer entre líneas, intentando ver más allá de lo que los periodistas de Chilevisión querían que la audiencia concluyera y pude ver que esta secta ridícula y mediatizada tenía un qué de desmitificación. Imagino osadamente que a Rudolf Bultmann le habría encantado ver cómo estos tipos se tatuaban el 666 como una declaración de desmitificación del número, del diablo y del actuar satánico en la tierra. Y ¡¿qué hablar sobre el concepto amilenial de “Reino de Dios en la tierra” y de José Luis de Jesús Miranda como “Jesucristo hombre”?! ¡Genial! El tipo es un vividor y lo reconoce públicamente. Le gusta el lujo, las mansiones y el dinero y eso él ni lo intenta ocultar con frases piadosas y santas. “Jesús tomaba vino porque en su tiempo no existía el whiskey” dice en un momento mientras está sentado en una mesa con un vaso de whisky en la mano y un puro en la otra… ¡para morirse de risa! Aquí nuevamente el programa, sin darse cuenta, cuestiona algo que la secta de Miranda tiene en común con la iglesia católica-romana: que Miranda se crea Cristo en la tierra. ¿No es exactamente similar a la doctrina papista? Si los católico-romanos tienen derecho a tener un Vicario de Cristo (obviamente falso) ¿por qué no dejan tranquilos a los pobres seguidores de “Creciendo en gracia”, entonces? Hablando cívicamente, ellos también tienen derecho a un cristo falso. Y Miranda entiende la implicancia teológica de lo que enseña y, por eso, desde 2007 comenzó a decir que, además de cristo, él es anticristo. Algo que a los papistas les ha costado siglos entender, pero que también es verdad en el caso de su papa. Si uno está en el lugar de Cristo es un anticristo… esta es la traducción más natural del vocablo griego que usa el apóstol Juan en el Nuevo Testamento. ¿Será que, entonces, a los papistas les molesta que este hombre se diga cristo, pero sea un impío que se divorció no sé cuántas veces, que vive en el lujo más obsceno y que bebe whisky, fuma puros y anda en autos lujosos? Si fuera este el caso no tienen mucho por dónde escapar tampoco… los papas han hecho escuela de inmoralidad e impiedad teniendo hijos ilegítimos, viviendo en la lujuria, mandando a matar al más puro estilo de la mafia siciliana… de las borracheras y orgías papales, abundantemente registradas en la historia, mejor ni hablar.
Me fijé, sin embargo, que en este segundo bloque, a cada ciertos disparates del homúnculo José Luis de Jesús Miranda entrevistaban a un cura chileno que se mostraba escandalizado y que en un momento incluso hizo referencia al “¿por qué la autoridad civil no hace nada al respecto?” Los mismos periodistas de “En la mira” daban a entender esto también cuando mostraban al pequeño grupo chileno de los seguidores de Miranda repartiendo folletos en el paseo ahumada con camisetas negras estampadas con el 666 (que estaban bastante cools en todo caso). Interesantemente, en el programa hacían referencia, en un cierto tono negativo, al hecho de que ellos podían predicar en Chile gracias a la ley de libertad de culto.
De a poco comencé, entonces, a captar hacia dónde iba el programa y me di cuenta que era un programa más romanista de lo que creía. Comencé a percibir una molestia hacia la pérdida de hegemonía católica-romana, como si los curas fueran los únicos con el derecho histórico a engañar a personas con reliquias de tierra santa, indulgencias y falsos cristos. El punto culminante del programa fue, de hecho, cuando un entrevistado, cuyos familiares habían sido engañados por la machi-evangélica de Independencia declaró: “¿quién controla las platas que entran? ¿Quién controla las platas que salen? ¿Quién controla todo esto?”. Esas palabras fueron repetidas hacia el final del programa con música melosa de fondo y la misma Macarena Pizarro en sus palabras finales manifestó abierta preocupación hacia el hecho de que la libertad religiosa no sería tan positiva y que aquí en Chile ahora no había límites para engañar.
Como Asaf, se me encendió la ampolleta y “entonces comprendí el fin de ellos”. Mi olfato es infinitamente más rápido que mi raciocinio y sólo tardíamente llegué a entender la intención del programa.
(continúa...)
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