Thursday, October 15, 2009

CHILE ENTRE LO MEDIEVAL Y LO MODERNO


"Nos dijeron cuando chicos: jueguen a estudiar. Los hombres son hermanos y juntos deben trabajar. Oían los consejos, los ojos en el profesor, había tanto sol sobre las cabezas. Y no fue tan verdad porque esos juegos al final terminaron para otros con laureles y futuros y dejaron a mis amigos pateando piedras. (...) Bajo los zapatos: barro más cemento. El futuro no es ninguno de los prometidos en los 12 juegos. A otros enseñaron secretos que a mí no, a otros dieron de verdad esa cosa llamada educación. Ellos pedían esfuerzo, ellos pedían dedicación y ¿para qué? Para terminar bailando y pateando piedras." Así cantaba Jorge González en "El baile de los que sobran" por allá por los '80. Así es Chile, lleno de desigualdades y de eso quiero hablar un poco en este post.

No es secreto para ningún chileno que Chile está dividido y muchas veces, de tan obvio, dejamos hasta de pensar en ello, pero nos movemos igualmente en el "ethos" de un país dividido.

Políticamente, las diferencias fueron (sobre todo en los '80), para muchos, irreconciliables. Lo suficiente para alejar padres e hijos, hermanos y hermanas, tíos y sobrinos, miembros de la misma iglesia y hasta pastores y presbíteros. Hoy tomamos la política menos en serio, pero lo que se dijo hace años en una conversación o en un almuerzo familiar, de forma tan ofensiva y visceral, a muchos aún les pesa... y duele.

Social y económicamente, sin embargo, aún vivimos las que son, tal vez, las peores divisiones. Chile siempre ha tenido una mentalidad de sociedad estamental y era natural que así fuera hasta la instauración de la República en el siglo XIX. Las sociedades estamentales, característica de las civilizaciones antiguas y medievales, son aquellas que se organizan a partir de la concepción de que no son todos iguales, ya que hay familias y sangres que son mejores que otras, o al menos más aptas, para tener bienes, poder y prestigio. Por lo tanto se dividen en estamentos fijos e inmóviles, donde el campesino será siempre campesino, así como sus hijos y nietos y el noble siempre será noble, como sus hijos, nietos y bisnietos después de él. Tristemente, en Chile esta mentalidad medieval se mantiene casi infranqueable en una sociedad que, paradojalmente, abrazó los pilares formales de la modernidad: la república democrática y el sistema capitalista. Un país con un sistema democrático de gobierno y un sistema capitalista de mercado, pero con mentalidad estamental se puede tornar en un monstruo: los líderes políticos difícilmente se tornan líderes porque un día se valoraron sus méritos, sus propuestas o su visión de nación por sí mismos... en realidad, ellos pertenecen a ciertas familias, algunas muy antiguas (que eran los mismos antiguos latifundiarios) y otras más nuevas, pero relacionadas a esas antiguas por matrimonio y, dentro de ese universo, quizás eran los que mostraban más habilidad o capacidad para la política. Aunque todos son bienvenidos para inscribirse en los partidos políticos, no todos son bienvenidos a los círculos de poder dentro de ellos (no importa de qué lado o de qué color sea el partido... la tendencia es transversal) y, por lo tanto, nunca llegan a ser ni siquiera candidatos a cargos importantes de la nación.

Económicamente, es constante y casi enfermiza la tendencia en nuestras empresas criollas a buscar que, para ciertos puestos de trabajo, se viva en cierto sector de la ciudad ("que viva en el sector oriente" dicen los anuncios de diarios), se haya estudiado en ciertos colegios (más caros que el presupuesto familiar de la mayoría de los "shilenos") y se tenga algún apellido de alta alcurnia o, al menos, uno sea recomendado por alguien de ese entorno, sólo para demostrar que existe cierto "roce". Esto produce ciclos viciosos interminables de producción de riqueza a través de un sistema capitalista (lo cual es muy bueno y moderno) que, sin embargo, se acumula dentro de un círculo casi cerrado de la sociedad (lo cual es pésimo y muy medieval). La brecha de desigualdad sigue aumentando.

Por supuesto, el sistema democrático de gobierno y el sistema económico capitalista, tienen fuerza por sí mismos y siempre permiten honrosas, y muy contadas, excepciones. Pero ahí está precisamente el problema: lo que debería ser la regla, en realidad son excepciones en Chile.

Sin duda que el espacio y el tiempo no nos permiten un análisis más profundo como, por ejemplo, acerca del rol muchas veces represor que en realidad cumple la educación en Chile, o de las ideologías autoritarias que, haciendo uso del resentimiento y odio de los excluidos, despiertan siempre el interés de algunos nobles más paternalistas y se apropian indebidamente de los discursos sindicales y se toman el monopolio de la denuncia social.

El sistema democrático y el capitalismo sólo son beneficiosos en sociedades que han vencido la mentalidad estamental, o sea, en sociedades realmente modernas donde partimos de la base que todos son iguales porque todos son creaturas de Dios bajo su Soberanía absoluta, hechas a su imagen y semejanza: libres y responsables, y donde, sobre esa base, creemos que las personas deben ser recompensadas y valoradas por su propio esfuerzo, trabajo, constancia y méritos como en la parábola de los talentos y no por el origen de su familia, ni por el lugar de su domicilio. El sociólogo Ernst Troeltsch, sin ser calvinista y siguiendo a su maestro Max Weber, admitió que el primer teólogo que puso las bases para una sociedad no-estamental, donde hubiera mobilidad social fue Juan Calvino. Pero el mérito no es de Juan Calvino, es de la mentalidad escritural, de una cosmovisión bíblica consistente, integral y no dualista.






El vino nuevo debe ser puesto en odres nuevos... ¡qué complicaciones trae poner vino nuevo en odres viejos! Se rompen los odres y se pierde el vino... ¡fatal!






Como un bebé de 9 meses jugando con una calibre 38 cargada de balas: eso es Chile y su capitalismo. Eso es Chile y su democracia. Este es el caldo de cultivo ideal para que, entonces, haciendo uso de la frustración, la dececpción y la rabia de los excluídos, florezcan todo tipo de ideologías dañinas y engañosas que sólo son la antesala del autoritarismo, como el socialismo, el comunismo, el "progresismo" (como le dicen ahora).


Por otro lado, el arribismo, la búsqueda constante de "arrimarse a buen árbol" y de abandonar tu entorno y olvidar tu familia para, a punta de deudas, irte a vivir adonde puedes tener roce con los de alta alcurnia, se torna una característica propia de los chilenos de clase media, porque en una sociedad estamental es muy importante tener la buena del señor feudal y estar cerca de él para que un día él te vea, te descubra y te dé la mano de su hija como en una fantasía de teleserie mexicana.






En este caldo de cultivo caben todos y no puedo dejar de mencionar a los católicos reaccionarios de siempre, que no faltan; los que argumentan que la solución es que Chile vuelva a ser medieval. Aún recuerdo a los profesores que me hicieron leer a Weber en la UC sólo para demostrar un punto: que la modernidad capitalista, engendro protestante, es mala ¡puaj! Una lectura que ciertamente Weber no aprobaría. Una especie de síntesis tomista-weberiano-marxista (no importa lo opuestas e irreconciliables que sean sus teorías: "la fe todo lo puede")... ¡todo vale! Con tal de combatir la modernidad y que podamos volver a un estado dominado por el papismo, donde se prohiban las píldoras del día después en los consultorios, donde no se pueda enseñar a usar preservativos, donde en cada acto público tenga que estar un cura lanzando agua bendita, donde los parlamentarios siempre consulten al Consejo Episcopal antes de tormar una decisión, donde el papa nos resuelva los conflictos limítrofes con otros países: he ahí el sueño dorado de estos reaccionarios... malas noticias: ¡parece que lo están logrando!






Amigos a los cuales quiero y respeto mucho, lamentablemente no entienden las diferencias sociales y culturales que vivimos en Chile. Ellos fueron criados en contextos donde nunca les faltó comida en la casa un día en la tarde cuando llegaron del colegio con hambre. Ellos no saben lo que es buscar y rebuscar las monedas en los bolsillos de todos los de la casa para "hacer una vaca" e ir a comprar un litro de leche para el desayuno. No saben lo que es estudiar y tratar de aprender las matemáticas, la historia y la gramática para sacarse buenas notas que no te sirven absolutamente de nada después en la PSU o en la Universidad. Hoy ya no los envidio, no les tengo más rabia, gracias a Dios. Sólo me gustaría que entendieran: ellos fueron criados en contextos donde sus méritos, su responsabilidad y su inteligencia sí eran valorados. "Sé responsable, estudia, aprende, lee... ¡quizás llegues a ser presidente de Chile!" son excelentes consejos. Pero muchos de los chilenos nos volvemos escépticos a ese discurso siendo aún muy jóvenes y con razón. Hoy nos reímos de nuestra ingenuidad de aquella época infantil en la que creíamos que podíamos ser presidentes de la nación cuando estudiábamos en el liceo AZ-14723. Porque rápidamente nos damos cuenta de que, en demasiados casos, tu esfuerzo, tu mérito y tu inteligencia no tienen ningún valor si no eres un Ruiz-Tagle, un Piñera, un Enríquez-Ominami Gumucio o un Arrate. Muchos de ellos no entienden lo que es poner, mintiendo, en tu currículo un teléfono que empiece con 2 para que no aparezca tu teléfono verdadero que empieza con 7 (como el clásico episodio de Plan Z), o pedirle a una tía que te deje poner su dirección de Las Condes porque tú vives en Recoleta, o la sensación de que el liceo AZ-14723 de Conchalí aparece como una mancha de grasa horrible en ese currículo, haciendo que no importe tu título universitario, sacado con esfuerzo y a punta de créditos, en una universidad del Consejo de Rectores.






Porque crecí en "Plaza Italia pa'bajo" y todo el sector de "Escuela Militar pa'rriba" me es tan desconocido como Argentina, porque me paseaba en bicicleta por todo Independencia, Recoleta y Vivaceta con 9 años, porque aprendí a echarle la choreá y a hacerme el chistoso con los flaites de la población Santa Mónica para que me dejaran pasar tranquilo a ir a tomar la micro... y por miles de razones más, entiendo a los que sienten rabia contra el capitalismo y nuestras instituciones democráticas que nos excluyen, pero el problema no es del capitalismo ni de las instituciones democráticas en sí. El capitalismo es sólo un medio de producción de riqueza y la democracia es sólo el menos malo de los sistemas de gobierno. El verdadero problema es el capitalismo y la democracia en una sociedad con mentalidad estamental.





Amo Chile. Amo Santiago. Y estoy de acuerdo con todos aquellos que, sinceramente, quieren un país mejor. Pero un país mejor no es un país medieval donde la hegemonía de una iglesia (y que los diarios y programas de TV le dan con llamarle estúpidamente de "la Iglesia") y de su doctrina tenga que estar en todas las instancias autoritariamente. Un país mejor tampoco es un país, supuestamente moderno, guiado por la incredulidad y el humanismo, liderado por ideologías revolucionarias que sólo llevan a crueles tiranías (no olvidar: existen las tiranías parlamentarias). Yo creo que un país mejor es un país donde los verdaderos principios de Cristo y de Su Palabra están en los corazones y conciencias, en un adecuado equilibrio entre Soberanía de Dios y responsabilidad y libertad humanas.





Por eso, soy reformado y quiero Reforma para mi país: ¡Vino nuevo en odres nuevos!


Thursday, June 11, 2009

LIBERTAD RELIGIOSA EN LA MIRA II

(continuación del post anterior...)

Este tipo de programas de pseudo-denuncia, como “En la mira”, siempre tienen un enemigo por programa, sólo 1, no más que eso. ¿Cuál era el enemigo aquí, detrás de los obispos brasileños de la “Universal”, de José Luis de Jesús Miranda y de la patética “machi-evangélica” de Independencia? Obviamente: LA LIBERTAD DE CULTO. ¡¡Ella es la culpable de todos estos males, según Macarena Pizarro y su equipo!!

Soy sincero cuando digo ¡que me dio mucha pena darme cuenta! Chile sigue siendo tan medieval, tan sesgado. Los poderes hegemónicos se mantienen intactos no sólo en lo político y en lo económico, sino también en lo religioso y en lo cultural. “¿Quién controla todo esto?” preguntaba el caballero de Independencia. ¿Y quién debe controlarlo? Pregunto yo. ¿El tribunal del Santo Oficio? ¿El estado en sólida alianza con la alta curia romana?

Pero, a lo largo de todo el programa, dentro de mí susurraba la respuesta a toda esta mescolanza patética de confusión religiosa y lucha por mantención de la hegemonía romana. Y es que este es un dilema transversal que atraviesa el corazón religioso de Chile: o somos fácilmente engañados por sectas que, claramente, son dañinas y engañosas o la sombría sotana del romanismo inquisitorial nos ofrece dudoso refugio.

¿Y qué respuesta era la que susurraba dentro de mí?: ¡Chile necesita una Reforma! Un Lutero que luche al mismo tiempo contra la superstición popular y contra la tiranía de conciencia del papismo. Un Calvino que instruya en la Palabra de Dios con elocuencia y claridad no sólo a los creyentes, sino también a la sociedad y que permita que la diáfana voluntad de Dios ilumine un Chile que aún no ha salido del oscurantismo.

Y es que, al final del día, la libertad de culto es un traje que le queda grande a Chile todavía, pero no creo que la solución sea, por esa causa, botar el traje, sino: CRECER.

Todas las religiones tienen derecho a manifestarse. La libertad de culto es consecuencia lógica de la libertad de expresión. Y si Luis Miranda quiere decir que es el cristo y el anticristo al mismo tiempo ningún poder estatal tiene por qué “controlar” eso. El astuto canalla Obispo Robston, el típico sin-vergüenza inteligente de la “Universal” lo dijo bien: “aquí a nadie le ponemos una pistola en la cabeza ni le obligamos a darnos el dinero… todos lo hacen voluntariamente”. Si Robston quiere decir que los que den 50 lucas van a recibir 500, de parte de Dios, a cambio, tiene todo el derecho, ante el estado, de decirlo y nadie se lo debe impedir. Si él quiere decir que los que le compren aceite del Monte de los Olivos serán bendecidos ninguna ley le puede prohibir eso. Es su libertad de expresión. Al fin y al cabo – seamos honestos con la historia – por siglos el catolicismo-romano ha estado haciendo eso mismo en toda América Latina: proclamar la idolatría a su anticristo (¿o no recuerdan los llantos de los fieles y los pañuelitos blancos cuando Juan Pablo II vino a Chile a darle golpecitos en la espalda al dictador?), ofrecer bendiciones de todo tipo a cambio de dinero y vender supuestas reliquias religiosas y ramitos en la víspera de semana santa.

Esa misma libertad de expresión, sin embargo, se torna una ENORME responsabilidad para el mundo evangélico-reformado. Necesitamos la libertad de expresión y, por lo tanto, la ley de igualdad de culto, para hablar y enseñar la verdad que hace libres a los hombres.

Perdonen lo que voy a decir, pero no conozco otra forma de expresarlo: para que haya “post tenebras lux” se necesitan cojones como los tuvieron Lutero y Calvino y a muchos reformados de hoy, lamentablemente, nos faltan. Mientras discutimos entre nosotros la autoridad del Pentateuco desde la teoría documentaria o desde la autoría mosaica y mientras nos hacemos zancadillas entre pastores utilizando las metodologías más impías, anti-éticas y heterodoxas para, supuestamente, defender la ortodoxia, los chilenos perecen porque les falta conocimiento. Los que no perecen en las garras de las sectas, lo hacen ahogados entre las sotanas clericales.

A los evangélicos, sobre todo a los reformados, hago un llamado ahora (partiendo por mí mismo): No caigamos en la trampa (como de alguna manera lo insinuó Humberto Lagos en el programa) de que la libertad de culto es “demasiada”. Tenemos libertad de culto en Chile y está buena, ella debe resguardar que todos puedan decir y enseñar lo que quieran. No hay que quitarle derechos estatales a nadie ni modificar la ley para que sólo “ciertas” religiones de más años y “respeto” prevalezcan. Nada de eso es papel de una ley de culto del estado. Una ley de culto no tiene por qué detener el avance de las sectas, esa no es su función, no confundamos las esferas. LO QUE DETIENE EL AVANCE DE LAS SECTAS NO SON LAS LEYES DEL ESTADO SINO LA PROCLAMACIÓN DEL EVANGELIO Y DE TODO EL CONSEJO DE DIOS en lo que respecta a todas las esferas del ser humano.

Separación iglesia-estado no es sinónimo de aislamiento de la religión a un reducto intocable y numenal de la conciencia. ¡La religión es la raíz de todo el quehacer humano! Separación iglesia-estado sólo es posible, de hecho, con un estado que permita que todos nosotros digamos desde nuestro prisma religioso lo que es mejor para la sociedad y para el país, pero por igual… ¡sin hegemonías!

Nosotros, reformados, por lo tanto, aprovechemos la ley de libertad religiosa para proclamar con mayor ahínco (“a mayor libertad, mayor responsabilidad” decían los antiguos) la verdad de Dios, que es Su palabra. Porque sólo así los juanes, pedros y marías de Chile, si son instruidos debidamente en la Palabra, no caerán ante los Obispos Robston, ante los José Luis de Jesús Miranda (666) ni anti las machis-evangélicas de Independencia. Estos podrán decir y enseñar lo que quieran, pero sus templos estarán vacíos y tendrán, eventualmente, que cerrar y cambiar de rubro para lucrar, ya que este parece ser el único objetivo de su vida… tristemente para ellos.
¡No reivindiquemos hegemonías históricas ni de los papistas ni de los luteranos ni de los calvinistas ni de nadie! Simplemente prediquemos la Palabra de Dios, enseñemos todo el consejo de Dios y oremos para que Dios levante no uno, sino muchos Luteros, Calvinos, Farels y Zwinglios en esta generación en Chile.

LIBERTAD RELIGIOSA EN LA MIRA I


Este lunes recién pasado (8 de junio de 2009), el programa “En la mira” de Chilevisión, transmitió un interesante reportaje sobre los inescrupulosos que lucran con la fe (yo diría más bien con la “credulidad”) de las personas. En tres grandes secciones, el programa presentó las prácticas de lucro de la secta “Iglesia Universal del Reino de Dios”, también conocida por su lema “Pare de sufrir”; luego presentó las enseñanzas de la secta colombiana “Creciendo en Gracia” o “Reino de Dios en la tierra”, liderada por el que se hace llamar “Jesucristo hombre”, el señor José Luis de Jesús Miranda; finalmente presentó una secta de poca monta de la comuna de Independencia en la cual su supuesta profetiza y sanadora, cobra por sus servicios de sanación.

Un poco preocupado, debo reconocerlo, vi el aviso en el diario el domingo e hice un esfuerzo por llegar antes a casa, comer algo y sentarme tranquilo a ver el programa. Estaba preocupado porque clásicamente en Chile este tipo de programas se prestan para las generalizaciones más injustas – propias de la mentalidad católica-romana que permea nuestra cultura –, sobre todo hacia lo que es el sector de las iglesias evangélicas. Al final, sin decirlo explícitamente y gracias a un análisis superficial, estos programas terminan poniendo a los evangélicos en el mismo saco de las sectas más execrables. De hecho, en el abordaje típico de estos reportajes, supuestamente objetivos, comienzan criticando el hecho en sí mismo de que los pastores ganen dinero (porque en la mentalidad romana tomista donde el mundo ha sido dividido en naturaleza y gracia, los pastores desempeñan un oficio del ámbito de la gracia, no de la naturaleza), luego el diezmo (ya que en la mentalidad católica-romana no-bíblica el 1% es suficiente), luego son cuestionados la validez de los títulos de pastor o si estudiaron en alguna facultad para ejercer (lo cual es curiosamente contradictorio con la crítica hacia el hecho de que los pastores tengan una remuneración por su trabajo pastoral, ya que los títulos deberían ser considerados del ámbito de la naturaleza, no de la gracia, pero en fin… así es el periodismo chileno) y, finalmente, todos los evangélicos son catalogados dentro de la misma bolsa de gatos. Un síntoma claro de esto es la curiosa expresión que muchos diarios aún utilizan: “la Iglesia Evangélica declaró…”, negando así totalmente la diversidad denominacional propia del movimiento evangélico.

Me sorprendí gratamente, sin embargo, al ver que, sobre todo en el primer bloque en el que hablaban sobre la “Universal”, se preocuparon de marcar bien la diferencia entre estos fraudulentos pastores y los evangélicos sinceros. Entrevistaron incluso a un sociólogo evangélico, el mismo de siempre (Humberto Lagos ¿quién más?), pero no importa. Y mostraron a otros pastores que confrontaron directamente a la secta del “Pare de sufrir”, algunos de dudosa reputación, como el líder de los “valientes de David”, pero igual está bien… algo es algo y, por lo menos quedó claro que la “Universal” es tan despreciada por los evangélicos que aún piensan como lo es por otros sectores pensantes de la sociedad. En un momento incluso, el reportaje se puso peligrosamente al filo del anti-romanismo, sobre todo cuando comenzó a acusar prácticas tales como “mantos sagrados”, “caminos de la sal”, venta de aceite del Monte de los Olivos, ventas de pedazos de la cruz, etc. Todas estas, prácticas aprendidas del mejor catolicismo-romano medieval. Incluso fue buenísimo cuando el infame Obispo Robston de la “Universal”, arguyó astutamente que por qué ellos no podían tener autos que les pasara la iglesia, “¿o acaso los curas andan a pata?” y en esto sin duda él tenía toda la razón (“toda verdad es verdad de Dios” diría Calvino, aunque venga del más impío de los hombres), ¿o acaso es pecado que un clérigo tenga un departamento en Las Condes? ¿O que salga a almorzar a un buen restaurant después del culto dominical? Los calvinistas, que no vemos el mundo dividido en estúpidos dualismos, sabemos que no hay nada de malo en eso en sí. Lo malo es obtener el sustento a través de mentiras, engaños y manipulaciones de masas ignorantes y, creo que eso era lo que quería apuntar el programa “En la mira” en este bloque.

Hasta aquí iba bien el programa, sin embargo yo (que agradezco a Dios el don de la nariz larga) sentía algo con mal olor en el programa y no podía identificar qué era… algo hedía a cura, a romanismo cultural, a mentalidad medieval… cuando comenzó el segundo bloque comenzó a hacérseme más claro el tema: Hablaron sobre el chiste ambulante José Luis de Jesús Miranda. El homúnculo más ridículo de los auto-proclamados apóstoles y cristos. Algo había oído acerca de él y sus seguidores que se tatúan el 666 en los brazos. Traté de leer entre líneas, intentando ver más allá de lo que los periodistas de Chilevisión querían que la audiencia concluyera y pude ver que esta secta ridícula y mediatizada tenía un qué de desmitificación. Imagino osadamente que a Rudolf Bultmann le habría encantado ver cómo estos tipos se tatuaban el 666 como una declaración de desmitificación del número, del diablo y del actuar satánico en la tierra. Y ¡¿qué hablar sobre el concepto amilenial de “Reino de Dios en la tierra” y de José Luis de Jesús Miranda como “Jesucristo hombre”?! ¡Genial! El tipo es un vividor y lo reconoce públicamente. Le gusta el lujo, las mansiones y el dinero y eso él ni lo intenta ocultar con frases piadosas y santas. “Jesús tomaba vino porque en su tiempo no existía el whiskey” dice en un momento mientras está sentado en una mesa con un vaso de whisky en la mano y un puro en la otra… ¡para morirse de risa! Aquí nuevamente el programa, sin darse cuenta, cuestiona algo que la secta de Miranda tiene en común con la iglesia católica-romana: que Miranda se crea Cristo en la tierra. ¿No es exactamente similar a la doctrina papista? Si los católico-romanos tienen derecho a tener un Vicario de Cristo (obviamente falso) ¿por qué no dejan tranquilos a los pobres seguidores de “Creciendo en gracia”, entonces? Hablando cívicamente, ellos también tienen derecho a un cristo falso. Y Miranda entiende la implicancia teológica de lo que enseña y, por eso, desde 2007 comenzó a decir que, además de cristo, él es anticristo. Algo que a los papistas les ha costado siglos entender, pero que también es verdad en el caso de su papa. Si uno está en el lugar de Cristo es un anticristo… esta es la traducción más natural del vocablo griego que usa el apóstol Juan en el Nuevo Testamento. ¿Será que, entonces, a los papistas les molesta que este hombre se diga cristo, pero sea un impío que se divorció no sé cuántas veces, que vive en el lujo más obsceno y que bebe whisky, fuma puros y anda en autos lujosos? Si fuera este el caso no tienen mucho por dónde escapar tampoco… los papas han hecho escuela de inmoralidad e impiedad teniendo hijos ilegítimos, viviendo en la lujuria, mandando a matar al más puro estilo de la mafia siciliana… de las borracheras y orgías papales, abundantemente registradas en la historia, mejor ni hablar.

Me fijé, sin embargo, que en este segundo bloque, a cada ciertos disparates del homúnculo José Luis de Jesús Miranda entrevistaban a un cura chileno que se mostraba escandalizado y que en un momento incluso hizo referencia al “¿por qué la autoridad civil no hace nada al respecto?” Los mismos periodistas de “En la mira” daban a entender esto también cuando mostraban al pequeño grupo chileno de los seguidores de Miranda repartiendo folletos en el paseo ahumada con camisetas negras estampadas con el 666 (que estaban bastante cools en todo caso). Interesantemente, en el programa hacían referencia, en un cierto tono negativo, al hecho de que ellos podían predicar en Chile gracias a la ley de libertad de culto.

De a poco comencé, entonces, a captar hacia dónde iba el programa y me di cuenta que era un programa más romanista de lo que creía. Comencé a percibir una molestia hacia la pérdida de hegemonía católica-romana, como si los curas fueran los únicos con el derecho histórico a engañar a personas con reliquias de tierra santa, indulgencias y falsos cristos. El punto culminante del programa fue, de hecho, cuando un entrevistado, cuyos familiares habían sido engañados por la machi-evangélica de Independencia declaró: “¿quién controla las platas que entran? ¿Quién controla las platas que salen? ¿Quién controla todo esto?”. Esas palabras fueron repetidas hacia el final del programa con música melosa de fondo y la misma Macarena Pizarro en sus palabras finales manifestó abierta preocupación hacia el hecho de que la libertad religiosa no sería tan positiva y que aquí en Chile ahora no había límites para engañar.

Como Asaf, se me encendió la ampolleta y “entonces comprendí el fin de ellos”. Mi olfato es infinitamente más rápido que mi raciocinio y sólo tardíamente llegué a entender la intención del programa.


(continúa...)