En el diario "La Discusión" (principal diario de la provincia de Ñuble, VIII región), salió publicada la siguiente noticia el pasado miércoles 19 de julio:
En una declaración titulada "Educación, familia y pluralismo", el Comité Permanente de la Conferencia Episcopal de Chile entregó sus aportes al debate en torno a la educación y a la propuesta de reforma constitucional sobre la materia. Al respecto, el obispo de Chillán, monseñor Carlos Pellegrín Barrera, destacó la identificación que la iglesia ha tenido desde hace décadas con la educación de los chilenos, y resaltó la valoración que ésta hace de la persona. La Iglesia Católica, según señaló monseñor Pellegrín, llamó a garantizar por ley un sistema educacional plural, de calidad, accesible a todos los chilenos y chilenas, conforme a los principios morales y religiosos de cada persona. Al mismo tiempo, el prelado hizo una férrea defensa del derecho a la libertad de enseñanza. “Es sumamente importante proteger la libertad de enseñanza. Eso pasa por asegurar la posibilidad de que cada colegio tenga un proyecto educativo. Para nosotros es fundamental que esto ocurra tanto en la educación municipal como particular tengan. por lo tanto, los esfuerzos del estado por elevar la excelencia, se deben basar en este aspecto”, señaló. Monseñor Pellegrín aclaró, además, que esta postura de la Conferencia Episcopal no significa mermar el derecho a la educación, como sostuvieron los estudiantes secundarios durante la movilización. “Yo creo que el tema hay que tenerlo claro. Cuando se habla de libertad de enseñanza significa que el Estado tiene que dar el ambiente para que diferentes iniciativas de educación coexistan. Obviamente cada colegio que se crea debe estar bajo la autoridad del Estado, el que tiene la obligación de garantizar que éste se enmarca dentro de las prioridades educacionales del país”, afirmó.
Ante estas declaraciones del obispo de Chillán, mi vecino, me indigné por la propaganda engañosa que ellas pueden representar y decidí contestar con una carta al director del diario "La Discusión", la cual salió publicada hoy, 22 de julio, en el mismo diario (www.diarioladiscusion.cl) levemente editada, claro está, por el director, pero sin perder la idea central (creo). Espero que disfruten leyéndola, tanto como yo disfruté escribiéndola y viéndola publicada:
Señor Director:
Es sabido que “un texto fuera de contexto no pasa de un pretexto”. Y algunas declaraciones, cuando sacadas de su contexto histórico, pueden, de hecho, tornarse un mero pretexto.
Me han sorprendido las declaraciones del Consejo Episcopal de Chile sobre la libertad religiosa en educación, así como me han sorprendido las declaraciones que al respecto ha hecho el obispo Pellegrin. Esto porque, si mal no recuerdo, fue precisamente esta institución político-religiosa, la Iglesia Católica Romana, que históricamente se opuso tantas veces a las libertades educacionales que en este país se quisieron implementar desde tempranos períodos de nuestra república (y antes). Basta recordar la hazaña que Don Bernardo O’higgins quiso realizar al llamar personalmente al evangélico colportor de la Sociedad Bíblica, señor Diego Thompson, para implementar el sistema lancasteriano de alfabetización. Gracias a la presión política de la Iglesia Católica Romana, Thompson tuvo que abandonar el país y todo el sistema lancasteriano fue abandonado. Podemos también recordar cómo el pastor David Trumbull en Valparaíso se vio obligado a crear en 1869 la Escuela Popular para dar educación a los hijos de no-católicos en situación de pobreza, por el simple hecho de que las instituciones educacionales católico-romanas no los aceptaban.
Y podemos también recordar episodios más recientes, tales como la intensa lucha que hubo en este país por la aprobación de la ley de igualdad de cultos. No fue poca la presión política del romanismo para que este proyecto de ley fuera modificado y no hubiera igualdad de rango entre la Iglesia Católica Romana y otras instituciones religiosas. Vimos declaraciones públicas de obispos en las cuales apelaban para la antigüedad y otros argumentos sentimentalistas y anti-republicanos para no lograr la igualdad y, por lo tanto, plena libertad de cultos en Chile.
Sin embargo, la ley de libertad de cultos fue aprobada en 1999 y, en términos prácticos, se está caminando en pro de hacerla cumplir, buscando, por ejemplo, implementar clases de religión evangélica en los colegios municipales – tema a favor del cual la Iglesia Católica Romana nunca se manifestó en los tiempos que poseían la hegemonía de las clases de religión en las escuelas municipales. Ciertamente, este apoyo católico-romano de hoy a la libertad de educación religiosa y confesional no es un apoyo histórico.
Creo en las instituciones educacionales confesionales y creo que el Estado debe facilitar las condiciones para que funcionen, ya que ellas garantizan la libertad a recibir una educación de acuerdo con los valores religiosos adoptados por la familia de cada niño y joven de este país y, por esto, concuerdo con lo dicho recientemente por el Consejo Episcopal de Chile y por el obispo Pellegrin. Sin embargo, no dejan de sorprenderme sus declaraciones.
Me sorprendo y espero que esto sea una señal de verdaderos cambios en el seno del romanismo y no una mera adaptación del discurso con miras a mantener privilegios históricos.
Es sabido que “un texto fuera de contexto no pasa de un pretexto”. Y algunas declaraciones, cuando sacadas de su contexto histórico, pueden, de hecho, tornarse un mero pretexto.
Me han sorprendido las declaraciones del Consejo Episcopal de Chile sobre la libertad religiosa en educación, así como me han sorprendido las declaraciones que al respecto ha hecho el obispo Pellegrin. Esto porque, si mal no recuerdo, fue precisamente esta institución político-religiosa, la Iglesia Católica Romana, que históricamente se opuso tantas veces a las libertades educacionales que en este país se quisieron implementar desde tempranos períodos de nuestra república (y antes). Basta recordar la hazaña que Don Bernardo O’higgins quiso realizar al llamar personalmente al evangélico colportor de la Sociedad Bíblica, señor Diego Thompson, para implementar el sistema lancasteriano de alfabetización. Gracias a la presión política de la Iglesia Católica Romana, Thompson tuvo que abandonar el país y todo el sistema lancasteriano fue abandonado. Podemos también recordar cómo el pastor David Trumbull en Valparaíso se vio obligado a crear en 1869 la Escuela Popular para dar educación a los hijos de no-católicos en situación de pobreza, por el simple hecho de que las instituciones educacionales católico-romanas no los aceptaban.
Y podemos también recordar episodios más recientes, tales como la intensa lucha que hubo en este país por la aprobación de la ley de igualdad de cultos. No fue poca la presión política del romanismo para que este proyecto de ley fuera modificado y no hubiera igualdad de rango entre la Iglesia Católica Romana y otras instituciones religiosas. Vimos declaraciones públicas de obispos en las cuales apelaban para la antigüedad y otros argumentos sentimentalistas y anti-republicanos para no lograr la igualdad y, por lo tanto, plena libertad de cultos en Chile.
Sin embargo, la ley de libertad de cultos fue aprobada en 1999 y, en términos prácticos, se está caminando en pro de hacerla cumplir, buscando, por ejemplo, implementar clases de religión evangélica en los colegios municipales – tema a favor del cual la Iglesia Católica Romana nunca se manifestó en los tiempos que poseían la hegemonía de las clases de religión en las escuelas municipales. Ciertamente, este apoyo católico-romano de hoy a la libertad de educación religiosa y confesional no es un apoyo histórico.
Creo en las instituciones educacionales confesionales y creo que el Estado debe facilitar las condiciones para que funcionen, ya que ellas garantizan la libertad a recibir una educación de acuerdo con los valores religiosos adoptados por la familia de cada niño y joven de este país y, por esto, concuerdo con lo dicho recientemente por el Consejo Episcopal de Chile y por el obispo Pellegrin. Sin embargo, no dejan de sorprenderme sus declaraciones.
Me sorprendo y espero que esto sea una señal de verdaderos cambios en el seno del romanismo y no una mera adaptación del discurso con miras a mantener privilegios históricos.
Jonathan Muñoz Vásquez
Pastor Iglesia Presbiteriana de Chile
1 comment:
Querido pastor Jonathan:
Me alegra poder leer tus comentarios, creo que son muy edificantes y útiles para fomentar una visión diferente a la que los medios de comunicación intentan entregarnos.
Doy gracias a Dios por tu vida y por tu amistad. Muchas bendiciones y un gran abrazo para ti, la Pri y el Agustín,
Les ama,
Manuel Salgado
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